17/11/2025
Hay corazones que aprendieron a vivir en tormenta… y se asustan cuando por fin llega un día soleado.
Porque a veces lo que incomoda no es el pasado que dejaste… sino la calma que no sabes habitar.
La paciencia que nos sorprende.
El cariño que no entendemos.
La estabilidad que no reconocemos.
No es que no quieras algo sano.
Es que tu cuerpo todavía está acostumbrado a sobrevivir, no a sentirse seguro.
Por eso te asusta lo que no te hiere.
Por eso dudas cuando te tratan con respeto.
Por eso te tiembla el corazón cuando por fin te toca un amor que no lastima.
Por eso te desconcierta lo que no te exige defenderte.
No estás fallando.
Estás aprendiendo un idioma nuevo:
el del buen trato, el de la reciprocidad, el de la calma que no pide sacrificios.
Sanar no siempre duele.
A veces incomoda.
A veces descoloca.
A veces nos enfrenta a una verdad que cuesta mirar:
no sabíamos lo que era el buen trato hasta que llegó.
Y tal vez el mayor acto de sanación sea este: dejar de sospechar de lo que es sano y empezar a confiar en un trato que no te hiere, aunque al principio te cueste reconocer que por fin es para ti.