08/02/2025
《 En términos estrictos, constitucionales en México, todo profesor que no regule su enseñanza vía contenidos científicos está cometiendo un delito, por lo que clasificar a psicoanalistas, a los transpersonales y ejemplares semejantes como criminales, es una tipificación, no un insulto. Que no se proceda jurídicamente contra ellos es una muestra más de cómo se puede delinquir en México de manera impune. 》
Me preguntaron por mi posición en torno al trabajo de psicoanalistas en su intento por pisar el terreno de la industria y sobre la propuesta que para la psicología aplicada a la industria tiene el conductismo.
Respecto a lo primero; de manera resumida, es un intento más para extender la estafa psicoanalítica a un campo diferente al terapéutico, quizá el terreno terapéutico ya se encuentre saturado. La psicología especulativa y ejemplares pseudocientíficos como el psicoanálisis han dedicado su praxis a la estafa en lo que al tratamiento de las razones del comportamiento respecta vía engendros imaginativos, cuando no abierta apelación a agentes fantasmagóricos intrapsiquicos. Ese tipo de pseudopsicología se ha incrustado en las universidades y justifica el sueldo de profesores inútiles que dedican su cátedra a la estafa estudiantil, así como a profesionistas que han hecho de la farsa su modus vivendi. En términos estrictos, constitucionales en México, todo profesor que no regule su enseñanza vía contenidos científicos está cometiendo un delito, por lo que clasificar a psicoanalistas, a los transpersonales y ejemplares semejantes como criminales, es una tipificación, no un insulto. Que no se proceda jurídicamente contra ellos es una muestra más de cómo se puede delinquir en México de manera impune.
En lo que compete a la psicología con base científica dirigida a la industria, desde el ala conductual se cuenta con la Gestión del Comportamiento Organizacional que se estructuró como tal a partir de la década de los sesenta, pero posee antecedentes. Sería errado soslayar como antecedente el imprescindible papel del padre del conductismo, John Broadus Watson, quien desde la publicación del manifiesto conductista en 1913 militó a favor del potencial aplicado del análisis conductual abriendo con ello el abanico para incidir en el comportamiento socialmente desplegado, explicitando las posibilidades tecnológicas derivadas del conocimiento científico de la conducta. Influido por la reflexología, el funcionalismo y con un innegable sello pragmático estadounidense, Watson otorgó al conductismo un carácter implementable para la transformación de la sociedad norteamericana que a principios del pasado siglo se encontraba en un acelerado proceso de urbanización e industrialización. Añadiendo a lo anterior, Watson otorgó muestras de aplicación del condicionamiento respondiente a situaciones de la vida cotidiana relativas al consumo, siendo el primer conductista que operó de manera directa en el campo industrial, específicamente en la publicidad. Como ejemplo de ello se cuenta con sus actividades postacadémicas en el citado campo a objeto de incidir en la conducta del consumidor, así como la implementación de periodos de descanso en la industria asociados al consumo de café, conocido actualmente como cofee-break.
Estos trabajos de Watson son poco conocidos y raramente se citan como referencias seminales de lo que es la psicología aplicada a las organizaciones empresariales.
Comparto una revisión de los estudios de Watson en el terreno empresarial.
Acceder:https://journals.copmadrid.org/historia/archivos/fichero_salida20220923105901404000.pdf