28/01/2022
El estrés es una respuesta física, emocional y psicológica derivada de las consecuencias del acto casi involuntario de percibir, desde su forma más simple, nuestra autoeficacia para afrontar las exigencias del momento o situación que estamos viviendo, sean estas internas o externas. Prácticamente todo el tiempo estamos bajo la influencia de estresores y en ocasiones nos apoyamos de estímulos paliativos que supuestamente ayudan a lidiar con dicho fenómeno. Lamentablemente algunos de esos estímulos pueden funcionar antes de convertirse en un verdadero problema; fumar, beber, comer de forma excesiva, trabajar sin parar son algunos recursos que pueden salirse de control trayendo graves consecuencias a la salud.
En un intento innato para afrontar las amenazas percibidas, nuestro maravilloso cuerpo detona una cascada de reacciones hormonales (cortisol y adrenalina) que nos preparan físicamente para afrontar esas amenazas detonando una serie de respuestas fisiológicas como el aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, sudoración, algunos procesos psicológicos básicos como la concentración y la memoria, entre otros, y una vez que se supera el desafío, el cuerpo entra en un proceso homeostático del sistema autónomo parasimpático que nos lleva de vuelta a la normalidad. Una frecuencia elevada de este proceso, en algunos casos de forma crónica, puede traernos consecuencias serias en diversos sistemas: digestivo, inmune, nervioso, cardiovascular.
Las consecuencias asociadas especificas incluyen: obesidad, dislipidemia, alteraciones menstruales, diabetes, hipertensión, insuficiencia cardíaca, acné, depresión, ansiedad, contracturas musculares, bruxismo, disfunción eréctil, gastritis, colitis, propensión a la violencia, alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, ineficacia laboral, otras.
Las practicas más ampliamente recomendadas para afrontar el estrés incluyen el ejercicio físico frecuente y moderado, alimentación equilibrada, hidratación, asertividad para comunicar necesidades y emociones siendo comprensivo con las necesidades y emociones del otro, evitar el consumo excesivo de alcohol (no más de 2 compas por hombre y 1 para las mujeres), descubrir y apegarse a los valores (el tipo de persona que quiero ser), realizar actividades placenteras de recreación, algunas técnicas de relajación como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva, entre otras…