17/09/2025
El duelo, es por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (p.241)., dejando en evidencia que el sujeto podrá atravesar un proceso de duelo en tanto su subjetividad se vea alterada por una pérdida. Explica también que el duelo no es un estado patológico, a pesar de las múltiples desviaciones de la conducta normal de la vida que se pueden observar en el sujeto en el transcurso de este proceso. Podemos deducir entonces que, así como los objetos amados son propios de la singularidad de cada sujeto, también lo será el duelo.
Durante el duelo, el sujeto experimenta una pérdida de interés en el mundo exterior, que se vuelve “pobre y vacío”, y en los objetos que lo componen, en tanto no estén relacionados con el objeto perdido.
Hay quienes hallan una construcción lo suficientemente fuerte en las respuestas religiosas ante la pérdida, hay quienes construyen con recuerdos, canciones, señales. Será entonces el tejido simbólico que el sujeto logre construir a partir de ese hueco lo que determine la culminación, o no, de un proceso de duelo. No es realmente un reemplazo de un objeto por su sustituto, sino más bien la construcción de una representación a partir del objeto perdido. Deberá ser una construcción que permita al Yo seguir existiendo en torno a la misma. La subjetivación de la pérdida entonces puede pensarse como un más allá del trabajo del duelo.