05/08/2025
Soltar y dejar ir: por qué a veces es tan difícil
Dejar ir a alguien que ha marcado nuestra vida no es simplemente tomar la decisión de olvidar, es un proceso emocional profundo que toca nuestras heridas más sensibles. Muchas veces, lo que dificulta soltar no es solo la persona en sí, sino lo que representaba: una etapa, una ilusión, una versión de nosotros que queríamos sostener.
A nivel cerebral, el apego activa circuitos de recompensa, lo que nos lleva a experimentar abstinencia emocional cuando esa persona ya no está. Además, el miedo a lo desconocido, la idea de “no volver a sentir algo así” o la creencia de que esa relación era única, nos atan a recuerdos idealizados. Soltar no significa negar lo vivido, sino aceptar que hay historias que terminan para dar espacio a otras nuevas. Y eso, aunque duela, también es crecimiento.
¿Por qué nos obsesionamos con personas del pasado?
Un factor significativo es nuestra necesidad psicológica de cierre emocional. Implica resolver y hacer las paces con la conclusión de un capítulo significativo en la vida de uno. Este concepto no se trata simplemente de superar una ruptura, sino que abarca comprender y racionalizar sus motivos.
La búsqueda de cierre está profundamente arraigada en nuestra necesidad de completar la narrativa. Nuestros cerebros son maestros del storytelling, siempre en búsqueda de un relato completo que incluya un inicio, un desarrollo y un desenlace. Cuando una relación termina sin una conclusión clara, deja nuestra narrativa incompleta, causando malestar psicológico. Esto puede llevar a una disonancia cognitiva, donde nuestro entendimiento lógico choca con nuestro estado emocional.
Por eso, reconocer esta disonancia es crucial para la sanación emocional.
Conseguir el cierre, a veces, implica un proceso de ansiedad y duelo, semejante al modelo de Kübler-Ross, que describe este proceso en diferentes etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. El cierre se alinea con la etapa de aceptación, donde uno reconoce y se reconcilia con la pérdida.
Cómo conseguir esto?, la escritura reflexiva, llevar un diario, puede ser una herramienta poderosa. Además, ir a terapia puede ofrecerte nuevas perspectivas y ayudar a lograr el cierre.
El Principio de Pollyanna y el síndrome del recuerdo idealizado
¿Te ha pasado que recuerdas los buenos momentos con más claridad? Esto es gracias al Principio de Pollyanna, un tipo de sesgo cognitivo que distorsiona nuestros recuerdos, llevándonos a idealizar el pasado y pasar por alto los aspectos negativos. Es un mecanismo de defensa que protege nuestra autoestima, pero también prolonga nuestro apego, haciendo que recordemos solo los momentos felices y descuidemos las razones por las que la relación terminó.
Para contrarrestar este sesgo, es importante recordarnos activamente las dificultades de la relación. Este “reality check” ayuda a equilibrar nuestra percepción, reduciendo la tendencia a escapar hacia un pasado color de rosa. También, las prácticas de mindfulness pueden ser beneficiosas, manteniéndonos anclados en el presente y reduciendo la inclinación a vivir en la nostalgia.
La química detrás de la obsesión emocional
Nuestra incapacidad para avanzar también puede parecerse a la adicción. Las relaciones desencadenan inundaciones de neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, creando un vínculo similar al formado por sustancias adictivas. Por lo tanto, el final de una relación puede parecerse a la abstinencia, manteniéndonos atados a la fuente de esos sentimientos.
Apego ansioso y rumia mental, el llamado TOC de amores
Para aquellos con estilos de apego ansioso, el final de una relación puede ser particularmente complicado. El apego ansioso se caracteriza por una preocupación constante sobre la estabilidad, la seguridad y la confianza en las relaciones cercanas. Las personas con este tipo de apego a menudo temen ser abandonadas y pueden buscar constantemente señales de rechazo o desinterés en sus parejas.
Por lo tanto, cuando una relación termina, estas inseguridades se intensifican, llevando a una rumia mental continua: una tendencia a pensar y repensar obsesivamente sobre los eventos pasados y sus posibles implicaciones.
Este círculo vicioso de pensamientos a menudo se traduce en una búsqueda constante de respuestas acerca de qué fue lo que falló en la relación (o, incluso en esas innumerables búsquedas de su perfil de redes sociales). A menudo, puede haber una tendencia a culparse a sí mismo, preguntándose si se podría haber hecho algo diferente para salvar la relación. Esta introspección, aunque puede ser útil hasta cierto punto, se convierte en un ciclo de autocastigo cuando es excesiva y no conduce a una comprensión productiva o a una resolución emocional.
Si te sientes profundamente identificado con estos conceptos, recuerda que buscar ayuda profesional puede ser un paso profundamente sanador, Además, un psicólogo puede proporcionar orientación y apoyo personalizados, ayudándote a navegar tus emociones y pensamientos en un entorno seguro y de confianza.