05/04/2024
Podríamos definir el autismo como un trastorno del neurodesarrollo, que genera una alteración en la interacción social y con el entorno, además de problemas de comunicación tanto verbal como no verbal, y un comportamiento de ámbito muy restringido en ocasiones y habitualmente repetitivo.
Los padres suelen evidenciar estos rasgos en los 2 primeros años de vida, aunque siempre depende del grado de afectación, que puede ser leve en algunos casos, o muy severo en otros.
Esta variabilidad en el grado de afectación y otras características que comentaremos, ha hecho que se establezca el concepto de TEA, que engloba a 3 tipos de trastornos con características diferenciables, aunque en ocasiones es muy difícil el diagnóstico, casi siempre complicado por el grado de afectación o su relación con otras patologías como la epilepsia refractaria.
El TEA, pues, engloba al autismo propiamente dicho, al síndrome de Asperger, y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado (TGD-NE).
Perspectivas de uso de fitoc*nn*b*n**d*s
Como comentábamos antes, el SEC está implicado en el control de estos procesos, durante el periodo fetal ya regula procesos esenciales respecto a la diferenciación neuronal y posicionamiento de las sinapsis.
Hay estudios que determinan que receptores CB1 del SEC, los más frecuentes en el Sistema Nervioso Central, presentan alteraciones funcionales en las regiones cerebrales implicadas en el autismo, como son Hipocampo y Ganglios basales.
Si esta es una de las causas o un factor determinante en el TEA, podríamos pensar que el cannabinoide adecuado sería el THC, ya que hay también estudios que implican al receptor CB2 del SEC en el TEA.
Es el THC el cannabinoide que actúa a través de estos 2 receptores, CB1 y CB2.
Pero el Cannabidiol o CBD, se muestra como un cannabinoide muy interesante para intervenir en el TEA. Sus mecanismos de acción son diferentes a los del THC, aunque comparten su acción sobre los receptores GPR55, y también sobre receptores de potencial transitorio vaniloides (TRPV). Todos estos receptores los encontramos también en el SNC.
El efecto que nos aporta el CBD es muy curioso, ya que muchos de estos niños, como decíamos antes, tienen conductas agresivas y se autolesionan en muchos casos, por lo que el efecto podríamos decir "normalizador de la conducta" es muy interesante, ya que no hay signos de sedación, el estado de alerta es correcto y se mantiene sin problemas, pero se estabiliza la conducta en muchos casos, y tengo que insistir en que siempre hay que valorar el grado de afectación del paciente.
Hay pacientes que adquieren habilidades que habían perdido o nunca habían conseguido, vestirse solos, interactuar con la Tablet, atención a la música, atención al entorno cuando pasean, rehúyen menos el contacto físico o incluso se producen abrazos por primera vez a lo mejor en años, mejora la expresión facial, se mantiene el contacto visual.
Muchos de estos niños parecen infelices y tener dolor o estar sufriendo continuamente, y al iniciar el tratamiento parece cambiar esta cirscunstancia o por lo menos mejorar, algunos sonríen y ¡otros se ríen!
Estos pequeños cambios, para muchos insignificantes, representan para los padres un gran paso y algunas expectativas razonables, que no existían antes.
Todavía carecemos de ensayos clínicos que nos puedan aportar definitivamente datos necesarios sobre su efectividad en el TEA. Tampoco tenemos estudios sobre el uso prolongado de CBD, sobre su uso a medio y largo plazo, y las posibles consecuencias no deseables. Pero por el momento el CBD se muestra seguro y muy poco toxico, de hecho, no conocemos la dosis máxima todavía.
Sabemos, pues, que ambos cannabinoides pueden ser efectivos en casos de TEA, y creo que tenemos que establecer qué tratamientos son los más efectivos, en relación a la ratio o proporción THC/CBD que debemos usar.
El paciente no debe presentar ningún tipo de efecto psicoactivo por parte del THC, y debemos usar CBD inicialmente y valorar posteriormente la necesidad de añadir THC en diferentes proporciones, hasta conseguir mejoría en diferentes áreas, siempre en función de la evolución y evidentemente valorando la efectividad y controlando la posible aparición de efectos secundarios.
Hay que valorar cada caso ya que ninguno es igual a otro. También insistir en la importancia de realizar ensayos clínicos para poder trabajar con datos científicamente contrastados. Tenemos muchísima información sobre cannabinoides, pero básicamente a través de datos preclínicos, que provienen básicamente de la experimentación animal.
FUENTE: https://www.fundacion-canna.es/cannabinoides-y-trastorno-de-espectro-autista-tea