
06/06/2025
"Cuándo el poder cuida pero también corrompe: jerarquía del cuidador y el efecto lucifer"
En los contextos de cuidado —como hospitales, hogares, instituciones psiquiátricas o incluso dinámicas familiares— se establece naturalmente una jerarquía: quien cuida ostenta el poder, y quien es cuidado se sitúa en una posición de dependencia. Esta relación, aunque necesaria en muchos casos, encierra un potencial riesgo ético cuando el poder no es ejercido con conciencia y límites.
El concepto del "efecto Lucifer", desarrollado por el psicólogo Philip Zimbardo, se refiere a cómo personas aparentemente "buenas" pueden realizar actos dañinos bajo ciertas condiciones de poder, anonimato y deshumanización del otro. Este ensayo explora cómo la jerarquía del cuidador puede volverse un terreno fértil para la aparición de este efecto, afectando la calidad del vínculo y generando consecuencias graves para el bienestar de la persona cuidada.
El poder del cuidado: entre el altruismo y la dominación.
El acto de cuidar puede ser una expresión profunda de humanidad, empatía y servicio. Sin embargo, como toda relación asimétrica, también está atravesada por dinámicas de poder. El cuidador decide qué se hace, cuándo se hace y cómo se hace. Cuando esta posición no se acompaña de una reflexión ética y emocional, puede derivar en conductas autoritarias, negligentes o incluso abusivas.
Ejemplos cotidianos:
incluyen desde imponer tratamientos médicos sin escucha activa del paciente, hasta establecer normas rígidas en residencias de adultos mayores sin considerar sus necesidades individuales. En el ámbito familiar, el "cuido porque te quiero" puede transformarse en "controlo porque te necesito", borrando los límites del respeto mutuo.
El Efecto Lucifer en el cuidado institucional y doméstico
Zimbardo planteó que en entornos específicos, las estructuras jerárquicas y la falta de supervisión o cuestionamiento ético pueden llevar a individuos a actuar fuera de sus propios valores. El caso más famoso fue el experimento de la prisión de Stanford, donde estudiantes universitarios designados como "guardias" comenzaron a maltratar a sus compañeros "presos" en solo días, simplemente por haber recibido autoridad.
En las instituciones de cuidado, especialmente donde el control y la rutina predominan, es fácil que el poder del cuidador se normalice como incuestionable. Esto puede observarse en prácticas como el trato infantilizante a personas mayores, el castigo encubierto como "disciplina" en centros de rehabilitación, o la medicalización forzada en pacientes psiquiátricos.
En contextos domésticos, esto se traduce en figuras de cuidado que usan el "sacrificio" como argumento para invalidar al otro ("yo lo hago todo por ti, así que no tienes derecho a quejarte") o en la imposición de decisiones que no respetan la autonomía del cuidado. Aunque no siempre hay mala intención, sí hay efectos psicológicos profundos, como pérdida de autoestima, indefensión aprendida y sumisión.
Cuidados éticos: hacia una conciencia del poder relacional
La prevención del efecto Lucifer en el cuidado no requiere heroísmo, sino conciencia. Es necesario que cuidadores —profesionales o familiares— comprendan que el cuidado es una práctica política y ética. Implica reflexionar continuamente sobre cómo se ejerce el poder, cómo se escucha al otro, y cómo se mantienen límites claros.
Incorporar prácticas como:
La validación emocional de la persona cuidada.
La promoción de su autonomía dentro de sus capacidades.
La supervisión y autoevaluación en contextos profesionales.
El reconocimiento de que el cuidador también necesita cuidado y formación emocional.
Estas medidas permiten establecer relaciones de cuidado más equitativas y humanizantes.
La jerarquía del cuidador es inevitable, pero no debe ser invisible.
La historia y la psicología nos han enseñado que el poder sin conciencia puede convertirse en opresión, incluso cuando nace del amor o la vocación.
Reconocer el potencial del efecto Lucifer en las dinámicas de cuidado es una invitación urgente a construir vínculos más respetuosos, horizontales y éticos, donde el cuidado no anule al otro, sino que lo eleve.
Tomado de la red