20/06/2025
La ceremonia del veneno emocional
Ese momento especial en el que las mentes enfermas necesitamos hablar mal de personas ausentes, interesarnos sobre lo que otras personas hablan mal de otras personas, ese momento en el que se esparce todo el veneno emocional acumulado juzgando, criticando, incluso inventando mentiras sobre otras personas
Cada vez que eliges quedarte callado ante alguien que habla mal de alguien ausente "por mantener la paz", te conviertes en cómplice. Cada vez que permites que hablen mal de alguien en presencia porque "total, no está aquí", participas en la ceremonia del veneno emocional
¡Ah, qué espectáculo tan refinado! Nos reunimos como buitres civilizados alrededor de la reputación ajena, con nuestras mejores sonrisas y nuestras lenguas afiladas como cuchillos de carnicero. "¿Ya supiste lo que hizo Fulana?" preguntamos con esa falsa preocupación que tanto nos gusta usar cuando queremos disfrazar la malicia de bondad.
Observa a los participantes de este ritual sagrado. Ahí está el Suministrador de Chismes, ese personaje entrañable que siempre tiene una nueva perla de veneno que compartir. "No debería decir esto, pero..." susurra con esa sonrisa conspirativa que significa exactamente lo contrario.
Luego tenemos al Amplificador Professional, quien toma cada historia y la decora con detalles adicionales, porque ¿para qué conformarse con la verdad simple cuando puedes tener una mentira colorida?
Y por supuesto, está el Público Silencioso - ese eres tú, querido lector - quien se sienta ahí con cara de poker, fingiendo incomodidad mientras internamente devora cada palabra como un niño hambriento devora dulces.
¿Sabes por qué esta ceremonia es tan irresistiblemente deliciosa? Porque por unos minutos gloriosos, podemos sentirnos superiores sin hacer absolutamente nada para merecerlo. Es el único deporte en el que puedes ganar puntos sin salir de tu silla.
Cuando destrozamos la reputación de alguien ausente, experimentamos una pequeña descarga de dopamina. "Al menos yo no soy como esa persona", pensamos mientras nos acomodamos en nuestro trono imaginario de superioridad moral.
Porque claro, ¿Qué sería de nuestras inseguridades si no tuviéramos una víctima sobre la cual proyectarnos?
¿Qué sería del alma enferma si no tuviera a quién inventarle defectos para sentirse un poco más pura, o que seria del cobarde que cree vencer a alguien que no esta presente para defenderse?
Hay algo profundamente humano y decadente en esta necesidad de escupir sobre el nombre de quien no está.
No por verdad, sino por placer.
No por justicia, sino por costumbre.
El alma miserable necesita inventar monstruos para no ver los propios.
Y ahí he estado yo
Sí, yo.
Sentado, escuchando cómo despedazan a alguien ausente,
y yo... tan neutro, tan espiritual, tan pacificador.
“Yo no dije nada”, me digo a mi mismo.
Claro, no hice falta.
Mi silencio fue el incienso que bendijo el altar.
Cada vez que eliges quedarte callado "para no meterte en problemas", te conviertes en sacerdote de esta ceremonia.
Cada vez que dejas que escupan veneno en la mesa, en la sala o en el grupo de WhatsApp del que formas parte,
te conviertes en el anfitrión perfecto:
sirves las tazas, preparas las sillas y decoras la conversación con tu complicidad silenciosa.
No hay ritual más antiguo que el de destrozar a los ausentes.
El veneno no se bebe con la boca, se respira con la indiferencia.
Y el alma que no se atreve a defender al ausente, ya ha comenzado a ausentarse de sí misma.
Aquí viene la parte que duele: la persona de la que hablas mal hoy será quien hable mal de ti mañana. La ceremonia del veneno es democrática - todos terminamos siendo el plato principal en algún momento.
¿Te has preguntado qué dicen de ti cuando no estás presente? ¿Con qué deliciosos detalles adornan tus defectos? ¿Qué mentiras creativas han inventado sobre tu vida?
Si la respuesta te incomoda, quizás sea momento de preguntarte por qué participas en el mismo juego.
La Adicción Más Socialmente Aceptada
La ceremonia del veneno emocional es la adicción más normalizada del mundo. Puedes practicarla en la oficina, en la iglesia, en reuniones familiares, en grupos de whatsapp. Es tan común que ya ni siquiera la reconocemos como lo que es: una forma de violencia emocional colectiva.
Nos hemos vuelto adictos al drama ajeno porque es más fácil que enfrentar nuestro propio vacío interno. Es más simple criticar la vida de otros que construir la nuestra.
La Invitación Incómoda.
Te propongo un experimento radical: la próxima vez que alguien empiece a hablar mal de una persona ausente, di algo revolucionario como "prefiero no escuchar esto" o "hablemos de otra cosa".
Observa cómo reacciona el grupo. Observa cómo reaccionas tú. Porque romper el ritual del veneno emocional requiere valentía - la valentía de quedarte sin el pequeño subidón de superioridad que obtienes participando en él.
La Verdad Final
La ceremonia del veneno emocional no dice nada sobre las personas de las que hablamos mal. Dice todo sobre quiénes somos nosotros cuando creemos que nadie nos está viendo.
Cada palabra tóxica que permites o pronuncias es un espejo perfecto de tu paisaje interior.
Si estoy lleno de veneno, es porque he estado alimentándome de él durante mucho tiempo.
La pregunta incómoda es: ¿estoy listo para cambiar de dieta emocional, o prefiero seguir participando en el banquete de la toxicidad?
Porque al final del día, querido participante, la persona más intoxicada en toda ceremonia del veneno siempre soy yo si elijo participar en ella.