
17/09/2025
¿Has notado cómo a los niños que juegan ciertos videojuegos les cuesta mucho parar?
Es fácil pensar que el problema es el niño,
que “no hace caso” o “no entiende”…
pero en realidad hay mucho más sucediendo en esas pantallas.
Los videojuegos no son inocentes.
Están diseñados para atrapar: luces, recompensas inmediatas, una dosis de dopamina cada vez que ganan.
Cuando un niño pasa horas en silencio frente a la pantalla, parece tranquilo y que lo que hace es inofensivo…
pero su sistema nervioso está enganchado.
Es la misma lógica que vemos en apuestas, empieza en lo cotidiano: niveles, premios, rachas que no quieren perder.
No se trata de satanizar la tecnología.
Se trata de acompañar. De enseñar a diferenciar entre jugar por diversión y jugar porque ya no puedo parar.
De hablar de lo que sienten, marcar pausas
y ofrecer alternativas que también regulen y conecten.
La ludopatía infantil no empieza en un casino. Empieza con una pantalla en silencio.
¿Cómo gestionas en casa el tiempo de juego digital?
MO