
15/06/2025
Hoy es un día que muchos celebran con abrazos, llamadas y recuerdos alegres. Pero también es un día que duele para otros.
Para quienes crecieron sin un padre presente, para quienes lo esperaron en cada festival escolar, en cada tarde difícil, y nunca llegó. Para quienes aprendieron a ser fuertes sin un hombro que los guiara. Tu historia también cuenta. No tener un padre no te hizo menos digno, solo te obligó a aprender a pasos más duros lo que otros aprendieron con compañía.
Para quienes tuvieron un padre pero no encontraron en él un refugio, sino una herida. Si su presencia fue sinónimo de miedo, abandono o exigencia imposible, tu dolor es válido. No estás obligado a idealizar lo que no fue. Reconocer el daño también es una forma de sanar.
Para quienes nunca pudieron perdonarlo, aún después de que se fue o la vida los separó, no te culpes. El perdón no siempre llega en esta vida, y no es una obligación. A veces sanar simplemente significa seguir adelante sin dejar que el pasado pese más que el presente.
Y para quienes sí lo amaron y hoy ya no lo tienen, ojalá encuentres consuelo en los recuerdos buenos, en lo que te dejó aunque se haya ido. El duelo nunca desaparece, pero con el tiempo, puede volverse más amor que ausencia.
Hoy también es tu día. Porque sobreviviste, porque creciste a pesar de todo, porque aprendiste a dar amor aunque no lo hubieras recibido como merecías.
Este Día del Padre, también honramos a quienes se hicieron su propio camino sin él.