20/11/2025
REFLEXIONES ACERCA DE CONFLICTOS ENTRE RESCATISTAS Y VETERINARIOS: UN PROBLEMA QUE DEBEMOS MIRAR DE FRENTE.
A la fecha, cada vez son más los que se suman a hacer lo que llaman rescate de animales, ya sean perros, gatos o cualquier otra especie. Esta actividad se ha convertido en una moda bastante lucrativa para muchos. La tendencia en aumento a la tenencia de animales ha traído consigo el abandono de cientos y la imposibilidad de muchos más de estar en una familia multiespecie.
En esencia, el trabajo de rescate animal es una labor noble, pero también compleja. En medio del esfuerzo por salvar vidas, es frecuente que surjan conflictos entre rescatistas independientes, asociaciones protectoras y centros veterinarios. Estas tensiones no solo afectan el ambiente de colaboración, sino que también pueden perjudicar directamente a los animales que todos buscan ayudar.
Lamentablemente, la cara oscura de la historia muestra una guerra campal entre veterinarios y la gente que se dedica al rescate animal. Los principales conflictos surgen a raíz de acciones de usurpación de funciones, falta de compensación de gastos y ausencia de un objetivo claro para garantizar el bienestar animal.
Muchos de los autollamados "rescatistas" se atreven a realizar curaciones, consultas, manejo de animales, porque "como llevan años haciéndolo", creen que ya tienen el conocimiento suficiente. Los animales terminan más dañados de lo que estaban, hacinados en lugares llamados refugios que no son más que un lugar donde los acumulan.
Esto se convierte en un gran negocio: mover a la gente con sentimentalismos, fotos de animales famélicos y depauperados, y un sinfín de historias tristes detrás para buscar un beneficio económico.
Se trata de gente que el único talento que tiene es delinquir, porque jugar con las emociones de las personas y la salud de los animales es fraude y es delito.
Si se evitan este tipo de situaciones, charlatanerías y fraude, se dejarían de desvirtuar movimientos que realmente apoyan a los animales. Hay muchas personas que se dedican a un altruismo real, pero la realidad es que hoy en día muchas personas abusan de la buena voluntad de otros.
Adicionalmente, varios de los retos más frecuentes van entorno a las expectativas y obligaciones poco claras de las partes participantes. Muchos rescates se realizan en situaciones de urgencia y en ese contexto, a veces se pierde claridad sobre quién cubre los gastos médicos, qué tratamientos son prioritarios o quién toma las decisiones sobre el manejo del animal. Cuando estas responsabilidades no se definen desde el inicio, surgen malentendidos, así como presiones económicas y cuestionamientos al costo veterinario.
La mayoría de las veces, los rescatistas suelen operar con recursos limitados, lo que puede generar frustración al enfrentar costos médicos elevados, sospechas de "sobreprecios" o mal uso de recursos y exigencias hacia los veterinarios para reducir costos o trabajar a crédito.
Sin embargo, las clínicas también enfrentan gastos operativos, personal, suministros y responsabilidades legales que no siempre son visibles. Adicionalmente, en ocasiones el trabajo de los veterinarios se puede ver menospreciado o poco valorado, dando lugar al aumento de la frustración y la pérdida de la motivación por ayudar.
En redes sociales es común ver quejas públicas por desacuerdos, señalamientos que dañan la reputación, ya sea de rescatistas o veterinarios, y conflictos basados sobre todo en suposiciones y no en información clara y precisa. Esto deteriora considerablemente relaciones que deberían basarse en confianza y respeto.
El rescate animal puede llegar a ser emocionalmente agotador. La frustración, el cansancio y la sensación de impotencia pueden detonar reacciones impulsivas que pueden escalar a conflictos mayores. De igual manera, los médicos veterinarios lidian con estrés constante, decisiones complejas y casos graves que impactan emocionalmente, fatiga y alteraciones de salud mental mucho más serias.
Al final, los animales quedan atrapados entre el conflicto y la incertidumbre. Cuando hay desacuerdo se retrasan tratamientos, se niegan servicios por deudas previas y se interrumpe la comunicación y el seguimiento médico.
La mejor manera de paliar esta situación requiere establecer acuerdos por escrito sobre gastos, tratamientos y responsabilidades, fomentar la educación sobre costos reales, protocolos médicos y límites éticos. Asimismo, es necesario mantener canales de comunicación respetuosos y directos entre las partes implicadas.
Se requiere entender que todos trabajan desde su propia trinchera, con recursos y presiones distintas. En este sentido, se debe centrar siempre la atención en el bienestar animal, que es el objetivo común.
La unión entre rescatistas y veterinarios es esencial para lograr un impacto real y sostenible. Con empatía, acuerdos claros y colaboración, podemos transformar conflictos en soluciones y seguir salvando vidas de manera más efectiva.