10/08/2025
Un día, el fósforo le dijo a la vela:
—Hoy te voy a encender.
La vela, asustada, respondió:
—¡No! Si me enciendes, mis días estarán contados. No me hagas eso.
El fósforo sonrió y le preguntó:
—¿De verdad quieres quedarte así toda tu vida? ¿Fría, dura… y sin haber brillado nunca?
—Pero… ¿tienes que quemarme? —susurró la vela—. Eso duele y me dejará sin fuerzas.
—Sí —dijo el fósforo—. Y tienes razón. Pero esa es nuestra misión. Mi llama es pequeña y dura muy poco, pero si te la paso, habré cumplido el propósito para el que fui creado: comenzar el fuego. Tú eres una vela, y tu misión es brillar. Aunque duela, tu luz y tu calor podrán alumbrar durante mucho tiempo.
La vela miró al fósforo, que ya estaba a punto de apagarse, y le dijo:
—Por favor… enciéndeme.
Y así, en medio del dolor, nació una llama hermosa.
A veces, solo atravesando momentos duros descubrimos lo mejor que llevamos dentro.
Brilla… no para cegar, sino para guiar.
Tu misión es dar luz… donde quiera que vayas.