17/10/2025
                                        Dicen que el síntoma no miente: solo repite. Como recordaría Žižek, “seguimos corriendo tras el objeto que nunca tuvimos, convencidos de que la próxima vez será distinto”. El Coyote, eterno perseguido de su propio deseo, encarna esa obstinación tan humana de confundir el impulso con la falta.
En palabras de Colette Soler, “el goce no se corrige con el sentido, sino con el límite”. Pero el límite, en su caso, siempre termina estampado contra una roca.
Quizás, como ironiza Germán García, “la pulsión no busca satisfacción, busca durar”. Y el pobre Coyote lo logró: no come, no muere, pero sigue deseando.
Un caso clásico de supervivencia pulsional en clave ACME.