28/04/2025
`Del Abismo a la Libertad: Una Lección de Sentido`
Un día como hoy, en 1945, tras años de sufrimiento inenarrable, mis pies pisaron por primera vez, otra vez, la tierra de la libertad. No era simplemente el final del cautiverio físico en Auschwitz y otros campos; era el despertar de una conciencia que había atravesado el in****no mismo. Yo, Viktor Frankl, no salí igual que como había entrado. Perdí familia, amigos, posesiones, mi manuscrito más preciado. Sin embargo, descubrí algo que ningún opresor pudo arrebatarme: la última de las libertades humanas, la de elegir la actitud con que enfrentamos cualquier destino.
Al ser liberado, no sentí júbilo inmediato. Lo que experimenté fue un vacío estremecedor, una desnudez del alma. La alegría vendría después, lentamente, cuando comprendí que incluso en el sufrimiento más atroz puede encontrarse un significado. Allí, en ese momento, surgió en mí la convicción inquebrantable de que el ser humano no está determinado por sus circunstancias, sino por su respuesta ante ellas.
La logoterapia nació de esa convicción, como un acto de rebelión contra el vacío existencial. Comprendí que la vida exige sentido incluso —y especialmente— en el dolor. A través de la voluntad de sentido, enseñaría a otros que no importa qué esperamos de la vida, sino qué espera la vida de nosotros. De Auschwitz no salí con odio, sino con un llamado: guiar a cada ser humano hacia el descubrimiento de su propósito irrepetible.
Aquel día de liberación me dejó la lección más importante de todas: que el dolor humano, por desgarrador que sea, puede ser transmutado en crecimiento, en misión, en amor. Que la dignidad del hombre radica en su capacidad de encontrar sentido, aun en medio del absurdo. Esta es la herencia que dejo no solo a los logoterapeutas, sino a toda la humanidad: no permitan jamás que las circunstancias externas les roben el derecho sagrado de responder con valor y con amor.
Red: Trascender Hacia Tu Propósito