20/07/2025
Cuando ella se fue, lloré cada día porque apenas nos pudimos despedir.
Pero la Irene era terca, mandona, cariñosa a su manera, como yo. La Irene regresó en un sueño, me sentó en sus piernas y luego de un largo abrazo me explicó: “ahora me voy a ir. Me iré por ese camino laaargo y no nos vamos a volver a ver”.
Yo la quedé mirando, su chal, su cansancio, las preguntas que no le hice. La Irene se (me) iba y yo solo podía estar y entender que estaba soñando, que iba a despertar, que ese era el cierre que mi cabeza o ella me estaba dando para seguir.
Yo no he dejado de extrañar ni de llorar cuando la pienso, pero ese acto simbólico fue un regalo que hoy comparto porque sí. Porque la Irene, siempre la Irene ❤️🩹