08/07/2025
Nuestro rol no es competir con ella, sino recordar que el cambio terapéutico no viene de una respuesta brillante, sino de un vínculo sostenido. Ninguna IA puede dar lo que ofrece una presencia humana real: una escucha que espera, que duda, que mira sin prisa, y que se compromete con lo que aparece, incluso si es contradictorio, confuso o incómodo.
𝐏𝐬𝐢𝐜𝐨𝐭𝐞𝐫𝐚𝐩𝐢𝐚 𝐲 𝐂𝐡𝐚𝐭𝐆𝐏𝐓: 𝐞𝐥 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐝𝐢𝐚𝐠𝐧ó𝐬𝐭𝐢𝐜𝐨 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐬𝐢ó𝐧
Cada vez es más frecuente que un paciente llegue a consulta con un diagnóstico bajo el brazo… pero no uno formal, sino uno generado por un chatbot, una app de bienestar o un reel de Instagram. En 2025, no solo nos enfrentamos a lo que el paciente trae emocionalmente, sino también a todo lo que ha leído, preguntado o asumido antes de vernos, especialmente si esas respuestas vinieron de herramientas como ChatGPT.
Y esto no solo ocurre con pacientes nuevos. También sucede con quienes ya llevan un camino recorrido en terapia. De pronto, en la sesión cinco, doce o veintidós, algo cambia: aparecen certezas que no trabajaron contigo, nuevas etiquetas, conclusiones que surgen de un test en línea o de una conversación con una IA. Frases como “creo que en realidad tengo TLP”, “ya entendí todo con un video de YouTube” o “le pregunté a ChatGPT y me dijo que mi pareja es narcisista” interrumpen el hilo de lo que venían construyendo juntos.
Aunque muchas veces esas búsquedas nacen de un intento genuino por entenderse, el problema aparece cuando esas etiquetas se convierten en certezas que desconectan al paciente de su experiencia emocional. La IA puede ofrecer explicaciones rápidas y hasta coherentes, pero no acompaña el proceso. No confronta, no espera, no observa silencios ni contradicciones. Y muchas veces, las respuestas que ofrece llegan sin contexto emocional ni encuadre clínico, lo que puede generar más confusión que claridad.
Esto nos invita a ajustar el encuadre y ser muy cuidadosos con el lugar que le damos al saber externo. A veces hay que pausar y revisar: ¿esto que trae el paciente realmente surge de su proceso, o viene de una búsqueda ansiosa por cerrar lo abierto? Trabajar con personas que consumen contenido psicológico de forma constante, o que consultan a la IA entre sesiones, implica sostener también la ansiedad de quien quiere entenderlo todo, rápido y solo.
En esta nueva clínica, la inteligencia artificial no es enemiga, pero sí un nuevo agente que entra con cada paciente. Nuestro rol no es competir con ella, sino recordar que el cambio terapéutico no viene de una respuesta brillante, sino de un vínculo sostenido. Ninguna IA puede dar lo que ofrece una presencia humana real: una escucha que espera, que duda, que mira sin prisa, y que se compromete con lo que aparece incluso cuando es contradictorio, confuso o incómodo.