PsicoConductual / Conciencia Plena

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14/11/2025
Analizar psicológicamente a un personaje de ficción como Frankenstein o su creación es algo que en el mejor de los casos...
14/11/2025

Analizar psicológicamente a un personaje de ficción como Frankenstein o su creación es algo que en el mejor de los casos, es un ejercicio literario, pero nunca un análisis psicológico válido.

Aquí algunas de las razones principales:

No hay conducta real que observar: Los personajes de una película o un libro no se comportan. Sus “acciones” no son más que el producto de un guion escrito por un autor. No responden a un ambiente, no tienen una historia de aprendizaje, ni sus actos están motivados por consecuencias reales (reforzadores o castigos). Para el conductismo, si no hay un organismo real interactuando con un ambiente real, no hay nada que analizar.

Rechazo a las causas mentalistas: El conductismo radical critica duramente las explicaciones que recurren a conceptos abstractos e inobservables (lo que llama “mentalismo”) como la “mente”, el “inconsciente”, los “traumas internos” o la “personalidad” para explicar el comportamiento. Un análisis que afirme que “el monstruo actuaba por un sentimiento de abandono” estaría atribuyendo la causa de su conducta a una entidad interna que no se puede medir ni observar directamente. Un conductista, en cambio, buscaría qué eventos en el ambiente (qué consecuencias) han moldeado y mantienen esa conducta.

El comportamiento es producto de la historia de aprendizaje: Según esta perspectiva, nuestro comportamiento es el resultado de nuestra historia de interacciones con el mundo. Un personaje de ficción no tiene una historia de aprendizaje. No ha sido reforzado por obtener comida, ni castigado por tocar algo caliente. Sus “conductas” son inventadas para servir a una trama, no son el resultado de una vida de adaptación a un entorno.

Hacer un análisis psicológico de Frankenstein sería como intentar estudiar la biología de un unicornio, es un ejercicio sobre un objeto ficticio que no obedece a las leyes naturales del comportamiento. Sería un análisis de la narrativa, no de la psicología.

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14/11/2025

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Qué es un psicólogo espiritual? Es Neta?
14/11/2025

Qué es un psicólogo espiritual? Es Neta?

Hoy les hablamos del encuadre terapéutico: un limite que no es ni rigidez, ni permisividad; sino claridad funcional.En t...
13/11/2025

Hoy les hablamos del encuadre terapéutico: un limite que no es ni rigidez, ni permisividad; sino claridad funcional.

En terapia, el encuadre (honorarios, horarios, políticas de cancelación, medios de contacto, etc.) no es un formalismo administrativo, sino parte del proceso clínico. Establece los límites que permiten sostener la relación terapéutica sin confundir cuidado con complacencia.

Desde el conductismo radical, toda relación, también la terapéutica, se regula por contingencias: acuerdos, reforzadores y límites. Si uno de esos elementos se rompe o se vuelve ambiguo, la conducta de ambos (terapeuta y consultante) se ve afectada.
Un encuadre claro reduce la ambigüedad contingencial: evita que el terapeuta se vuelva un reforzador inconsistente y que el consultante experimente la relación como arbitraria o caótica.

No se trata de “rigidez”, sino de coherencia funcional:

Muchos consultantes interpretan las políticas (como el aviso de 24 o 12h) como frialdad o inflexibilidad.
Sin embargo, desde ACT y el análisis funcional, estas reglas tienen función reguladora: previenen malentendidos, refuerzan la responsabilidad compartida y sostienen la continuidad del trabajo.

Cuando un consultante reacciona con enojo, culpa o victimismo, puede estar ocurriendo:

Evitación experiencial: el malestar por la pérdida (económica, de control, o de acceso al terapeuta) se proyecta en forma de queja o reproche moral.

Regla autojustificadora: “si cancelo por algo urgente, el terapeuta debería entenderlo”
lo que en realidad mantiene el patrón de evitar asumir consecuencias.

Búsqueda de refuerzo social: obtener comprensión, exoneración o culpa del otro, para reducir disonancia.

El terapeuta también puede caer en su propio bucle:
Evitar el malestar de cobrar.
Sentir culpa y ceder “para no parecer duro”.
Convertir su propio miedo al conflicto en conducta de rescate, debilitando el encuadre.

Desde ACT, el encuadre no se sostiene con control, sino con coherencia valiosa.
El terapeuta cobra y mantiene límites no porque “sea inflexible”, sino porque valora su tiempo, su trabajo y la integridad del proceso.
El consultante, al comprometerse con los acuerdos, entrena flexibilidad psicológica: aprender a tolerar el malestar natural de los límites sin convertirlo en excusa o ataque.

El encuadre no es un contrato que se impone, sino una red de contingencias claras que cuida la relación terapéutica.
Cuando se respeta, hay orden, confianza y continuidad.
Cuando se rompe o se negocia desde la culpa, aparece la ambigüedad que refuerza la evitación.

En terapia, como en la vida, los límites adecuados no castigan, enseñan responsabilidad, sostienen el compromiso y permiten que el cambio sea posible.

Sabes que muchas veces tu mente no descansa, repasa, anticipa, inventa catástrofes con precisión. Y no es porque estés “...
13/11/2025

Sabes que muchas veces tu mente no descansa, repasa, anticipa, inventa catástrofes con precisión. Y no es porque estés “mal”, sino porque tu historia aprendió que pensar en lo peor parecía protegerte. Pero si vas a sobrepensar, al menos entrénate en algo nuevo, imaginar también lo que puede salir bien. No para forzar optimismo, sino para ampliar el repertorio. Desde ACT lo llamaríamos flexibilidad: dejar de reaccionar sólo ante el miedo y abrirte también a la posibilidad de que algo funcione. Buenas noches 😴 🌙 no apagues tu mente, sólo cámbiale de guion.

Lo que callamos los que hacemos clínica:
13/11/2025

Lo que callamos los que hacemos clínica:

Las consecuencias de nuestros actos son el núcleo del aprendizaje. No actuamos “porque queremos” o “porque decidimos lib...
12/11/2025

Las consecuencias de nuestros actos son el núcleo del aprendizaje. No actuamos “porque queremos” o “porque decidimos libremente”, sino porque nuestras conductas han sido moldeadas por sus efectos. Las consecuencias refuerzan o debilitan patrones, incluso los más sutiles: desde evitar una emoción hasta acercarnos a un valor. Comprender esto no busca culpar, sino hacernos responsables, cada acción tiene un impacto en el entorno y, por tanto, en quién estamos aprendiendo a ser.

Sabemos que muchas veces te has sentido así, esperando a que llegue la motivación, o creyendo que primero tienes que “su...
12/11/2025

Sabemos que muchas veces te has sentido así, esperando a que llegue la motivación, o creyendo que primero tienes que “superarte” para poder avanzar.
Pero la vida no siempre se mueve por inspiración.
A veces solo se mueve porque decides dar un paso, incluso con miedo, con flojera o con duda.

Porque cuando dejas de luchar contigo y empiezas a moverte en dirección a lo que valoras, algo cambia:
ya no caminas para “arreglarte”, sino para vivirte con sentido.

Buenas noches 🌙
Descansa, no para ser alguien distinto mañana, sino para seguir eligiendo avanzar, aún siendo tú.

Hoy hablamos con ustedes de ¿Qué es “neurodivergencia”? Un término muy popular hoy en día.El término neurodivergencia su...
11/11/2025

Hoy hablamos con ustedes de ¿Qué es “neurodivergencia”? Un término muy popular hoy en día.

El término neurodivergencia surge en movimientos sociales y no en la ciencia psicológica. Se utiliza para describir formas de funcionamiento neurológico que se apartan de lo “neurotípico”, como en casos de autismo, TDAH, dislexia, Tourette, entre otros.
Es una categoría sociopolítica, no clínica: busca desestigmatizar la diferencia y promover derechos e inclusión.

Desde la ciencia de la conducta, sin embargo, no se reconoce “la neurodivergencia” como una variable explicativa; es decir, no tiene poder causal.
No hay evidencia empírica sólida que demuestre que exista una “divergencia neurológica” como entidad discreta o medible que explique el comportamiento de las personas que entran en esa categoría.
Es más bien una metáfora útil en ciertos contextos sociales y políticos, pero no un constructo funcionalmente preciso.

Para el conductismo radical, el comportamiento (sea cual sea) no se explica por estructuras internas o etiquetas, sino por la historia de aprendizaje y las contingencias de reforzamiento en interacción con el ambiente.

Decir que alguien es “neurodivergente” no explica su conducta; simplemente describe un conjunto de patrones observables que difieren de la norma estadística o culturalmente aceptada.
Lo que interesa clínicamente es el análisis funcional de esos patrones:
¿Qué funciones cumplen?
¿Qué los mantiene o refuerza?
¿En qué contextos aparecen?
¿Cuáles amplían o restringen la vida del consultante?

Así, el enfoque cambia de “tiene TDAH” o “es neurodivergente” a “su patrón de atención y acción está moldeado por contingencias que favorecen la búsqueda de estimulación constante, la evitación del aburrimiento o la dificultad para sostener tareas de bajo refuerzo inmediato”.

Por su parte ACT no busca normalizar la conducta, sino aumentar la flexibilidad psicológica.
Una persona que se nombra “neurodivergente” puede encontrar en esa etiqueta una narrativa que reduce la autocrítica y aumenta la autoaceptación, lo cual es valioso si favorece la acción comprometida.

El trabajo terapéutico se centra en ampliar el repertorio conductual, no en eliminar lo que la etiqueta describe.
Por ejemplo:
Si alguien con diagnóstico de TDAH aprende a actuar desde sus valores aun con impulsividad o dispersión, está en proceso de cambio funcional.

Si alguien con autismo aprende a contactar su entorno sin renunciar a su forma particular de percibirlo, también.

En ACT, la pregunta no es “¿soy neurodivergente?”, sino “¿esto que hago me acerca o me aleja de lo que realmente valoro?”

En consulta, muchos consultantes llegan fusionados con etiquetas (“soy neurodivergente, por eso no puedo…”).
El trabajo conductual es desfusionar la identidad de la etiqueta, reconocer su posible utilidad (validación, comunidad, comprensión), pero no permitir que funcione como una regla limitante o una excusa conductual.

Funcionalmente, el terapeuta analiza cómo el uso de la etiqueta:
Puede servir como evitación experiencial (“no hago esto porque soy neurodivergente”).

Puede funcionar como refuerzo social (“encuentro aceptación y pertenencia en el grupo que comparte esta identidad”).

Desde ahí, el objetivo no es discutir la etiqueta, sino observar su función y su efecto en la vida del consultante.

La sociedad opera con normas de reforzamiento que valoran ciertos estilos de atención, comunicación y productividad. Por eso, muchas personas con repertorios distintos sufren castigos y extinciones sociales continuas.
Desde el enfoque conductual, el reto no es “normalizarlas”, sino modificar las contingencias sociales para que la diversidad conductual sea viable y reforzada.

Entonces:
“Neurodivergencia” no es una categoría científica, sino social. Puede tener valor pragmático y político, pero no explica conductas. El análisis funcional permite entender los comportamientos en contexto sin apelar a etiquetas internas. Desde ACT, lo importante es actuar en coherencia con los valores, no en defensa o contra de una identidad diagnóstica. En clínica, trabajamos con funciones, no con nombres categóricos etiquetando personas.

CADA PASITO CUENTA. Porque en conducta, el cambio no ocurre en saltos, sino en acumulaciones. Cada acción, por mínima qu...
10/11/2025

CADA PASITO CUENTA. Porque en conducta, el cambio no ocurre en saltos, sino en acumulaciones. Cada acción, por mínima que parezca, modifica tu relación con el entorno y contigo mismo.

Un paso pequeño puede ser una gran respuesta conductual, avanzar un milímetro en dirección a tus valores ya implica flexibilidad, ya es elegir actuar en coherencia, aunque el malestar siga presente.

No se trata de sentirte mejor, sino de vivir mejor, con intención, con presencia y con propósito.
El cambio real no se mide en velocidad, sino en dirección.
Porque cada pasito, por pequeño que sea, cuenta como conducta comprometida. Vamos con todo al inicio de semana mis queridos psiconductuos@s.

El pensamiento “soy un fracaso” no es un hecho, sino una conducta verbal aprendida. Desde el conductismo radical, no se ...
09/11/2025

El pensamiento “soy un fracaso” no es un hecho, sino una conducta verbal aprendida. Desde el conductismo radical, no se busca cambiar el contenido del pensamiento, sino entender su función: suele mantener una forma de control o aliviar momentáneamente el malestar (refuerzo negativo).

El análisis funcional revela que la autocrítica persiste no porque sirva, sino porque es familiar y predecible dentro de la historia del sujeto.

Se promueve defusión cognitiva al preguntar “¿te funcionó alguna vez?”, ayudando al paciente a tomar distancia del pensamiento y a comportarse en función de sus valores, no de sus viejas reglas verbales.
No se trata de pensar diferente, sino de relacionarse diferente con lo que se piensa.

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