15/10/2025
La Reina Su historia atraviesa la transformación de la mujer cortesana y soberana medieval hasta convertirse en el arquetipo universal de la sabiduría receptiva, la madurez emocional y la intuición creadora.
En los siglos XIV–XV, cuando el tarot y los primeros naipes europeos aparecieron, la figura de la Reina reflejaba el rol real de las monarcas y damas nobles.
Las Reinas medievales y renacentistas eran símbolos de linaje, poder político, fertilidad, maternidad y diplomacia.
Mientras el Rey representaba la autoridad y el mandato, la Reina representaba la armonía, la continuidad del linaje, la influencia espiritual y el poder silencioso.
En las barajas de la época, la Reina fue incluida junto al Rey, el Caballero y el Paje para reflejar la estructura social jerárquica de la nobleza.
Desde sus orígenes, la Reina fue vista como el corazón del reino, la que gobierna desde la sensibilidad y la sabiduría interior.
En los tarocchi italianos (como el Visconti-Sforza, ca. 1450), la Reina aparece entronizada, vestida con joyas y portando el símbolo de su palo (copa, bastón, moneda o espada).
A diferencia del Rey (que mira hacia afuera y simboliza la acción y el gobierno), la Reina mira hacia adentro o hacia el símbolo, indicando contemplación y dominio interno.
Desde el principio, la Reina encarnó el poder de la interioridad: el gobierno del alma sobre la materia.
Con el auge del esoterismo europeo (siglos XVII–XIX), las Reinas fueron reinterpretadas como principios femeninos activos dentro de cada elemento.
Representan la madurez del elemento: la energía emocional, mental, material o espiritual llevada a su máxima expresión receptiva y fecunda.
Mientras los Reyes simbolizan el control externo, las Reinas simbolizan el poder interior, el saber intuitivo, la capacidad de nutrir, atraer y crear.
En muchas tradiciones ocultistas, las Reinas también se asociaron a las fuerzas de la naturaleza y a los arquetipos del ánima (según Jung): el alma que inspira y guía al espíritu.
Reina de Copas. Agua. Energía principal. Intuición, empatía, compasión, amor profundo, sensibilidad artística.
sombra. Emocionalidad desbordada, dependencia, manipulación afectiva.
Reina de Oros. Tierra. Energía principal. Prosperidad, maternidad, generosidad, estabilidad, abundancia doméstica.
Sombra. Materialismo, exceso de control, agotamiento por cuidar demasiado.
Reina de Bastos. Fuego. Energía principal. Magnetismo, confianza, liderazgo natural, pasión, creatividad, carisma. Sombra. Orgullo, celos, manipulación, pérdida de energía por exceso de fuego.
Reina de Espadas. Aire. Energía principal. Inteligencia, claridad mental, independencia, discernimiento, sabiduría racional. sombra. Frialdad, rigidez, aislamiento, crítica o dureza emocional.
Todas las Reinas expresan sabiduría, receptividad y madurez, cada una en su elemento.
En el viaje del alma, la Reina representa el poder femenino maduro: la integración de emoción, intuición y sabiduría práctica.
Es la guía interior, la voz del alma que enseña a gobernar sin imponer.
Psicológicamente, encarna el principio de la receptividad activa —la capacidad de sostener, comprender y transformar desde dentro.
Es el arquetipo de la Madre, la Maga o la Consejera, en equilibrio con el Rey (la razón y la autoridad externa).
Arquetipo La Sabia o la Soberana interior.
Palabra clave Intuición – poder interior.
Energía Receptiva, creadora, estable.
Lección Gobernar desde la empatía y la comprensión, no desde el control.
Sombra Manipulación emocional, estancamiento o exceso de apego.
El arquetipo de la Reina nace de la mujer soberana de las cortes medievales, símbolo de diplomacia y fertilidad, y evoluciona en el tarot como la manifestación madura y consciente de cada elemento.
La Reina no necesita conquistar: su poder reside en atraer, contener y transformar.
Es la energía femenina elevada, que guía desde la sabiduría, no desde la fuerza.