06/12/2024
La crianza de los hijos, con sus responsabilidades, desafíos y cambios constantes, puede generar altos niveles de estrés.
Desde las noches sin dormir hasta las preocupaciones por el desarrollo y el futuro de los niños, los padres a menudo se sienten abrumados.
Este estrés puede manifestarse en irritabilidad, dificultad para concentrarse, problemas de sueño y cambios en el apetito.
A su vez, el estrés de los padres puede afectar la relación con los hijos, generando un ambiente familiar más tenso.
Los hijos también experimentan estrés, aunque de manera diferente.
Los cambios en la vida familiar, como mudanzas, divorcios o la llegada de un nuevo hermano, pueden ser estresantes para los niños.
Además, las presiones académicas, sociales y las exigencias de la vida moderna pueden contribuir a su estrés.
Es importante reconocer las señales de estrés en los niños, como cambios en su comportamiento, dificultades para dormir o concentrarse, y ofrecerles un ambiente seguro y comprensivo para expresar sus emociones y buscar ayuda si es necesario.