10/10/2024
Endocrinólogo pediatra.
Está historia comenzó en el 2008 hace ya más de 15 años cuando iniciaba la carrera de “medicina”y probablemente muchos años antes, con un niño que soñaba con ser doctor, que desde pequeño se fijo en la mente un único propósito, salir adelante, superarse, ayudar a los demás y poder decirle a la gente que siempre estuvo ahí contigo que todo el esfuerzo valió la pena…
El camino no fue fácil, hasta hace 5 años, 10 años o tal vez 15, aún me preguntaba si realmente era lo que quería, si todo esto valdría la pena, estar lejos de la familia en un lugar que no conoces, las miles de horas de estudio, las interminables noches sin dormir, la presión de un examen tras otro, hacer una o dos comidas al día por falta de tiempo o tener que decidir entre comer o dormir, limitarse en gastos, en el hospital quedarte dormido por 30 minutos en el escritorio para despertar con la culpa a las 3 de la mañana por haberlo hecho y sentir que no vas a terminar los pendientes para las 7 cuando llegan tus adscritos, sé que quien ha vivido un internado sabe a qué me refiero.
Después… sentir el miedo intenso al enfrentar al ENARM, ese examen nacional de medicina por el que muchos pasamos simplemente por la esperanza de tener mejores oportunidades y realizar el sueño de ser especialista… estudiar día y noche y aún así sentir la decepción tan profunda cuando ves que esa oportunidad se te va de las manos y el terror que se siente al ver que a pesar de todos los esfuerzos no fue suficiente y tendrás que ser valiente y enfrentarlo de nuevo sabiendo que cada vez que lo miras de frente se siente más intimidante… y cuando por fin lo superaste sabes que es solo el inicio, te das cuenta que aún te faltan los años más difícil de todo el camino…
Y así, avanzando, tratando de sobrellevar mi vida, mi carrera, con un niño en casa que me pedía un ratito para jugar mientras yo me quedaba dormido, ver los ojitos de una niña que no hablaban pero que me decían “no te vallas”… pero me tenía que ir, había que cumplir, llegar temprano, salir la guardia que se sentía infinita para salir, dormir y regresar al campo de batalla, enfrentar la enfermedad del paciente grave, acompañar a los padres en la tristeza de ver la vida de su hijo en situación de riesgo, aceptar la muerte y saber que la vida es prestada, que ni yo, ni tu, ni nadie puede comprender porque las cosas pasan como pasan y lo único que queda es resignarse y aprender a vivir con eso.
Solo algunas veces en la vida pasa… momentos como este, cuando recibes un “título” que te hace mirar atrás y ves todo lo que has pasado, un pequeño momento que te detiene y te hace recordar que tienes tanto que agradecerte… por ser tan fuerte y darte cuenta que la vida aún con todos esos momentos de angustia, felicidad, tristeza, desesperación, motivación, frustración, alegría, sonrisas, llantos y decepciones siempre valdrá la pena vivirla con entusiasmo.
Gracias infinitas 🙏🏽 a todos los que estuvieron ahí en este largo camino que fue, y que están en el que ahora comienza 😃.