18/05/2024
Querido hijo,
Desde el momento en que te vi nacer, supe que eras mi mayor tesoro, mi razón de ser y mi mayor fuente de amor. Durante años, compartimos risas, sueños y momentos inolvidables. Fui testigo de tus primeros pasos, de tus logros en la escuela y de tus sueños que parecían tan grandes como el horizonte mismo.
Pero hoy, mi corazón se desgarra al ver cómo te has perdido en un laberinto oscuro y peligroso. Las lágrimas caen por mi rostro al contemplar cómo las dr**as han robado tus sueños, tu alegría y tu esencia. Ya no eres aquel niño risueño que llenaba de luz cada rincón de nuestro hogar. Ahora te veo deambular por las calles, como una sombra de lo que alguna vez fuiste.
Me pregunto una y otra vez qué fue lo que sucedió, qué nos llevó a este punto sin retorno. Jamás fui una madre perfecta, pero te aseguro que cada uno de mis actos estuvo guiado por un amor inquebrantable hacia ti. Sacrifiqué mis propios sueños para construir un futuro para ti, pero nunca imaginé que ese futuro se desvanecería entre las brumas de la adicción.
Mi corazón se desgarra al verte desvanecer frente a mis ojos, al saber que ya no reconoces el valor que tienes como ser humano. Pero quiero que sepas que aún hay esperanza. Aún estás a tiempo de cambiar tu rumbo, de recuperar tus sueños y de encontrar el camino de regreso a casa.
Te ruego que pienses en ti, que recuerdes quién eres y de dónde vienes. Eres hijo del amor más puro, eres mi mayor orgullo y mi más grande tesoro. No permitas que las dr**as te roben la vida que te pertenece por derecho propio.
Rezo cada día para que encuentres a un Poder Superior que te dé la fuerza y la determinación necesarias para salir de este abismo. Y aunque duela imaginarlo, quiero que sepas que, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado, hasta el último suspiro, para acompañarte en tu camino.
Que Dios te cuide y te proteja siempre, mi amado hijo. Recuerda que aquí, en lo más profundo de mi corazón, siempre habrá un lugar para ti.
Con amor infinito,
Tu madre.