03/06/2019
Los problemas en las relaciones adultas y su relación con el niño interior.
Actualmente se escucha y se lee en diferentes medios acerca del niño interior; se describe como una presencia (sabiduría, conciencia o energía) infantil que habita en cada ser humano y que nos acompaña desde el nacimiento hasta nuestra muerte. Si tú aun no has escuchado algo al respecto, te invito a revisar el siguiente artículo, espero te sea de utilidad para comprender qué relación tienen las emociones que almacena tu niño interior debido a su crianza y los problemas que presentas en la edad adulta para relacionarte con los demás.
En mi trabajo diario observo que las parejas que tienen problemas en su relación muestran una constante lucha de poder, demanda y farsas de control (comparaciones, chantaje, victimización, mentiras, entre otras); invariablemente, presentan las mismos actitudes con personas de su entorno laboral, con miembros de su familia y/o de la familia de su conyugue, y en otros entornos sociales. Por otra parte, también observo que las personas que tienen problemas en su medio laboral, con algún o algunos miembros de su familia, amistades u otras personas, presentan problemas para encontrar una pareja, o la que encuentran les hace sufrir, o simplemente sus relaciones de pareja se vuelven tan inestables que suelen terminar en rupturas.
En estos casos, las relaciones que fallan (ya sea que se presente la ruptura de la relación o no) suelen generar un malestar similar a una herida en el corazón; tan dolorosa que el cuerpo y las ideas empiezan a paralizarse. Dichas reacciones psicofisiológicas se deben, por una parte, a la necesidad de obtener de los demás (familiares, pareja o amistades) aquello que no se recibió en la niñez, y por otra parte, a la obediencia que se ha seguido realizando a la serie de mandatos familiares que se suelen inculcar en la mente de un niño; habiendo quedado, lógicamente, la etapa de la niñez inconclusa y distorsionada.
Generalmente, toda persona pasa por tres etapas del desarrollo humano antes de morir: La niñez o infancia, la adolescencia y la etapa adulta. Sin embargo, todos llegamos a la etapa adulta con aprendizajes pendientes, una sexualidad no conocida en su totalidad o distorsionada y carencias emocionales de la infancia, lo cual nos convierte en candidatos a ser personas necesitadas, atrayendo a personas que tampoco tienen herramientas desarrolladas para socializar, con miedo a confiar y con falta de habilidades para amar.
Bajo estas circunstancias, el aparato psicológico de la persona cuya infancia permanece inconclusa desarrolla una capa emocional con la cual el organismo se protege ante la amenaza que le representan las relaciones; esto es, miedo a depender del amor de las personas para ser feliz, a confiar en los demás, a sentir, y a la inseguridad que le invade. Así, se presentará ante el mundo como una persona independiente y autosuficiente, rechazando sus necesidades y la de los demás. Con tal actitud se encierra en “sus” ideas, en su distorsión, luchando por su espacio vital ya sea pasiva o activamente, dividendo el mundo entre “yo” y los demás. Sin embargo, con ésta “burbuja protectora” atrae personas que la confrontan y situaciones desagradables que ella misma crea.
La etapa de la infancia incluye la gestación, el nacimiento y la crianza. Durante este período, en el recuerdo y el organismo en general de toda persona, quedan almacenadas las vivencias agradables, así como los traumas y conflictos, dichos elementos impactan no solo en la formación de la personalidad, también como resultado de los conflictos sin resolver, las emociones que provocan quedan atascadas y se desarrolla un cuerpo y una mente deformados. Esta deformación se debe a que se tienen una idea vaga de lo que es la vida, a creencias aprendidas y conceptos tan estrechos que crean una falsa imagen de la realidad, de las personas que nos rodean, de nosotros mismos y del mundo. Por lo cual es tan difícil relacionar-nos porque tratamos de encajar nuestras cortas ideas, distorsiones y conceptos en una realidad y un mundo que es más amplio de lo que creemos, oprimiendo dentro de nuestro ser la energía de nuestro niño interior que está ávido por saber, por conocer los límites de su existencia, de su sociabilidad, de sentir su esencia, de moverse y que necesita ser amado, tocado, atendido, visto y educado de forma más amplia para convivir con su entorno ecológico, humano y espiritual.
Personalmente, no estoy de acuerdo con algunos autores que estudian este tema quienes argumentan que todas las creencias construidas y experiencias vividas en la infancia de un niño son erróneas y nocivas, pienso que son un aprendizaje inconcluso. Los padres crían a sus hijos con las limitaciones que ellos poseen por sus propias infancias incompletas y heridas, información distorsionada y la influencia de la sociedad que impone modelos materialistas, morales y espirituales. Los conflictos y traumas originados debido a esta crianza son un gran material que al ser abordado y trabajado por la persona que así lo decide, irá proporcionándole la sabiduría y fuerza física, psíquica y espiritual suficiente para romper con las limitaciones que la separan de la felicidad auténtica y de la alegría que surge al convivir con otro ser humano.
Al reconocer de primera instancia que se cuenta con una energía reprimida, con un niño interior herido y confundido, ya se ha dado un paso importante para resolver los problemas que se tienen para relacionarse con los demás porque se reconoce que lo primero es aprender a relacionarse con uno mismo. No se pueden atender las necesidades de otros si aún no se han atendido las propias necesidades. En un accidente automovilístico no podemos atender a los heridos si resulta que todo nuestro cuerpo está herido. De igual forma no se puede amar a alguien que demanda amor y cuidados si aún no se ha aprendido que es ser amado y atendido.
Cierto es que la tarea de atender al niño interior es complicada, ardua y demandante, además de que requiere un gran compromiso personal. A la par de mi experiencia personal en mi trabajo con mi niña interior, en mi labor he visto casos en los cuales las personas solicitan la ayuda de un profesional cuando el mecanismo desarrollado para protegerse del mundo se vuelca en su contra y la necesidad de respirar del organismo se vuelve urgente, he visto personas que me han parecido muertas en vida cuyo sufrimiento no cesa aun dormidas, si es que duermen. Así mismo, en personas que he amado, familiares y en mi entorno social y fuera de el, he visto personas que nunca hicieron el intento de completar su aprendizaje, enferman y mueren, cuando todo lo que hacía falta era atender a su niño interior y proporcionarle todo aquello que necesitaba, al costo y tiempo que se requiere.
Actualmente las herramientas intelectuales y humanas para atender las necesidades del niño interior son muchas, están al alcance de todos, todo es cuestión de darse a la tarea y no rendirse. Como me dijera alguna vez un maestro "ni el amor, ni la felicidad, ni el dinero, ni la terapia son para cualquiera..." y yo agrego, todo lo que la felicidad implica es darnos cuenta de que estamos vivos y somos seres en desarrollo con libertad de respirar, de movernos y sentir; nada más que para darse cuenta hay que seguir un proceso y sí, si es para cualquiera que quiera.
A ti, que te tomaste el tiempo de leer este artículo, invito a que respondas ¿Qué se sentirá ser aceptado, atendido, acariciado, comprendido y amado tal y como mi niño interior es… tal y como voy siendo?
Con amor
Elvira de Dios H.
Autores en los que se basan mis afirmaciones entre otros muchos maestros consultados.
Barbara A. Brennan; Carl G. Jung; Fritz Perls; John Bowlby; Ricard Montseny; Sigmud Freud; Wilhelm Reich