09/10/2022
"Tuvimos muchos perritos en mi familia. Todos llegaron a viejos.
A los 9 años, ya sabía lo que era levantarle la cadera a Cachilo, a quien la vejez lo tenía con una terrible artrosis, para que pudiera hacer sus necesidades. Todos en casa nos turnábamos para hacerlo.
Cuando mi abuelo quedo cuadripléjico y vino a vivir a nuestra casa no nos pareció extraño darle todos los cuidados que necesitaba.
Era natural para nosotros, refregar sus piernas cansadas, poner el almohadón entre las rodillas para que no se choquen los huesos, ponerlo de costado para que no se escare, masajearle los lugares de apoyo para que la sangre circulara.
Era normal para nosotros, abrir su mano tullida y cerrada para limpiarla, acomodar la faja de la cama para girarlo.
El “1, 2, 3” que antecedía a subirlo a la silla, o para bajarlo de ella a la cama entre dos nietos, era más que normal en mi casa.
Mi abuelo, dos días antes de morir, mientras le cambiaba los pañales, me dijo, "-me puedo morir tranquilo. Mi vida debió valer la pena, para recibir esto de ustedes..."
Y sí que valió la pena. Mi abuelo tenía en su campo muchos perros, y lo he visto llorar, al duro portugués, enterrando a su viejo y entrañable Lobo.
He visto a mi abuelo acomodar las patitas en el carrito que el mismo le construyó a la Mini, la hermanita de Sansón, una perrita que tuvo un ACV y quedó inválida de sus patitas de atrás.
Mi abuelo sembró y cosechó.
Así que si tenés hijos, empezá a sembrar.
George T. Angell, un abogado estadounidense del siglo XIX, pionero en la lucha animalista dijo: "a veces me preguntan: ¿por qué inviertes todo ese tiempo y dinero hablando de la amabilidad con los animales, cuando existe tanta crueldad hacia el hombre?" A lo que yo respondo: "estoy trabajando en las raíces".
Porque ese es el secreto, hay que trabajar en las raíces, si verdaderamente aspiramos a mejorar un poco el paso por este mundo. "
Nani Salgado - Fundadora de El Campito Refugio.