28/03/2025
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"Adolescencia" de Netflix: Los hijos perdidos de la Red Pill.
Hace unos años, un joven de me dijo en consulta: "Los hombres ya no valemos nada, el feminismo nos ha quitado todo." Se lo había creído de verdad. No porque fuera una persona malintencionada, sino porque en su mundo digital, lleno de videos de Andrew Tate y otros "expertos" de la manósfera, esa idea se repetía una y otra vez."Si no eres un macho alfa, eres un perdedor. Si las mujeres no te admiran, eres un fracasado." Así de simple, así de letal.
Cuando vi Adolescencia, la miniserie de Netflix que sigue el caso de un chico acusado de asesinar a su compañera de escuela, me pareció estar viendo una historia real. No porque haya sucedido exactamente así, sino porque el perfil de Jamie—un niño solitario, confundido y sin herramientas emocionales—es el de muchos jóvenes atrapados en el discurso de la Red Pill y la masculinidad tóxica. La serie nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo es que tantos adolescentes encuentran sentido en discursos de odio disfrazados de superación personal?
El Engaño de la Red Pill: Ser hombre es dominar.
La Red Pill, esa comunidad online que dice "despertar" a los hombres ante la "opresión feminista", ha convencido a miles de jóvenes de que su valor depende de su capacidad para someter. La narrativa es peligrosa porque ofrece respuestas fáciles a dolores reales:
• Si te rechazan, no es porque necesites trabajar en ti, es porque las mujeres son manipuladoras.
• Si te sientes solo, no es porque te falten vínculos genuinos, es porque la sociedad quiere verte débil.
• Si no tienes éxito, no es por falta de herramientas, es porque el mundo está diseñado para que pierdas.
Es un mensaje seductor porque da un enemigo claro y una solución inmediata: "Sé más agresivo. Gana más dinero. No muestres debilidad." Y en la adolescencia, cuando todo se siente caótico, esta falsa certeza puede ser adictiva.
"Adolescencia": Un espejo de la masculinidad herida.
La serie nos muestra en cuatro episodios cómo el vacío emocional de un adolescente puede llevarlo por caminos oscuros:
• Jamie es arrestado. Está en shock, casi sin comprender lo que pasa. ¿Es culpable? ¿Es inocente? Lo importante es que, de entrada, vemos a un chico perdido, incapaz de expresar sus emociones.
• La escuela se vuelve un campo de batalla. Ahí, el bullying, la presión y las jerarquías masculinas refuerzan la idea de que ser "fuerte" es ser cruel.
• La evaluación psicológica nos deja ver lo frágil que es todo. ¿Cómo llegó Jamie aquí? ¿Cuándo empezó a creer que la violencia era una opción?
• El juicio es el desenlace de una historia mucho más grande. No es solo sobre él. Es sobre una generación entera de niños a los que nadie les enseñó a manejar su tristeza sin volverse peligrosos.
Cada escena deja claro que la violencia no surge de la nada. Se construye con años de mensajes que dicen: "No llores. No sientas. No te equivoques."
El riesgo real: soledad, violencia y salud mental.
El problema no es solo que estos discursos existan. Es que están llenando un vacío. En un mundo donde los hombres rara vez encuentran espacios para hablar de sus emociones sin ser ridiculizados, estos movimientos les ofrecen un sentido de pertenencia, aunque sea a costa de su propia salud mental.
Las consecuencias son graves:
• Desconexión emocional. Si crecen creyendo que sentir es una debilidad, nunca pedirán ayuda cuando realmente la necesiten.
• Normalización de la violencia. Aprenden que su valor está en la dominación y que la agresión es parte de la identidad masculina.
• Relaciones dañadas. ¿Cómo pueden construir vínculos sanos si desde niños se les enseña que las mujeres son enemigas o premios que deben ganar?
¿Qué podemos hacer?
El problema no se resuelve con censura ni con discursos moralistas. Se resuelve con alternativas reales:
• Hablar con los niños desde pequeños sobre sus emociones.
• Dejarles llorar. Escuchar sus miedos. Validar lo que sienten sin ridiculizarlos.
• Enseñar pensamiento crítico en el mundo digital.
• Que sepan detectar discursos manipuladores y aprender a cuestionar las "verdades absolutas".
• Crear espacios de masculinidad saludable.
• Clubes, deportes, grupos de conversación donde puedan construir identidad sin necesidad de violencia o dominación.
• Acompañar a las familias.
• Los padres también necesitan guía para entender lo que está pasando con sus hijos.
No son monstruos, son niños perdidos.
Lo más fácil es señalar a estos adolescentes como casos aislados o como "malas personas". Pero la verdad es que muchos de ellos solo buscan lo que todos queremos: sentir que valemos, que somos importantes para alguien. La diferencia es que los hemos dejado crecer sin herramientas para lograrlo sin hacerse daño ni hacer daño a los demás.
No necesitamos más discursos de odio. Necesitamos nuevas formas de ser hombres. Y eso solo se logra con amor, educación y el valor de cuestionar lo que nos dijeron que significaba "ser fuerte".
Completo https://hombresdespiertos.org/2025/03/25/adolescencia-de-netflix-los-hijos-perdidos-de-la-red-pill/