17/03/2016
Suplemento de Hierro
Si bien el hierro es un mineral necesario para todos, es sin duda el “metal más precioso” durante el embarazo.
El hierro es un oligoelemento esencial para la vida que nuestro organismo no puede producir por sí mismo, por lo que, en condiciones normales, debe ser aportado cada día a través de la dieta alimentaria.
La mayor parte del hierro se utiliza para la formación de la sangre (basta decir que la molécula de la hemoglobina contiene un átomo de hierro en su núcleo), mientras que el resto se almacena como depósito o participa como componente de las enzimas en los múltiples procesos metabólicos destinados a mantener el estado de salud.
El hierro se absorbe en el intestino delgado a partir de los alimentos y es transportado por la sangre hasta la medula ósea, donde interviene en la formación de la hemoglobina, el pigmento rojo de los eritrocitos. La función más importante de la hemoglobina es la llamada respiración celular, es decir, el transporte de oxígeno a través de las arterias desde los alveolos pulmonares hasta todas y cada una de las células del organismo, incluido el feto en el caso de las mujeres en gestación.
Un adulto normal posee en sus 5-6 litros de volumen sanguíneo la inconcebible cantidad de 25 billones de eritrocitos (de 4,5 a 5 millones por cm3). La medula ósea contribuye a esta cifra, produciendo en el curso de 24 horas 170.000 millones. Sin embargo, esta increíble capacidad de formación de eritrocitos sólo puede realizarse eficazmente en un organismo que, además de determinadas vitaminas, dispone de una cantidad suficiente de hierro. Los eritrocitos están en condiciones de efectuar este trabajo de transporte del oxígeno durante 100-120 días, es decir, unos 4 meses en un adulto con una actividad física normal. Al final de este periodo, los eritrocitos quedan «agotados» y deben ser sustituidos por nuevas unidades.
La mujer, durante el embarazo, prácticamente duplica su volumen de sangre, lo que también implica un considerable aumento en sus necesidades de hierro, que deberán ser cubiertas adecuadamente para que su sangre sea de calidad, máxime si se considera que el feto se alimenta a través de la sangre de su madre, hecho del que dependerá su desarrollo durante la gestación.
En la mujer embarazada, la anemia suele ser frecuente y es muy importante combatirla, o mejor aún, prevenirla, ya que puede ser causa de deficiencias en el desarrollo del feto, parto prematuro, bebés con escaso peso al nacer o incluso problemas más serios. La causa de esta carencia de hierro puede estar originada por una alimentación inadecuada o por un problema en la absorción del hierro, lo que suele ser más frecuente.
Hay que tener en cuenta que con la alimentación diaria se ingiere una media diaria de 10 a 15 mg de hierro, siempre que la dieta sea variada e incluya carne roja dos a tres veces por semana; no obstante, de esta cantidad de hierro procedente de la alimentación se absorbe sólo un 10%, llegando a un 15% en el mejor de los casos. Esta tasa de absorción puede cubrir las necesidades de una persona adulta con una actividad física normal, pero no las de una persona con una actividad física extraordinaria o las de una mujer en periodo de gestación.
Durante el embarazo aumentan las necesidades de hierro y de folatos, pero es difícil cubrir los requerimientos exclusivamente a partir de la dieta debido a que las fuentes alimentarias de estos micronutrientes no son abundantes y la biodisponibilidad es baja, situación que aumenta el riesgo de deficiencia y acarrea graves consecuencias para el binomio madre-hijo durante la gestación y en etapas posteriores de la vida. Por lo cual organismos internacionales recomiendan suministrar a las gestantes alimentos fortificados y un suplemento con 60 mg de hierro elemental y 400 µg de ácido fólico.
Es preferible tomar los suplementos en ayunas o entre comidas para favorecer su absorción y no deberían tomarse con té, leche o café. El carbonato de calcio y el óxido de magnesio inhiben la absorción del hierro y la vitamina C la favorece.
Se sabe que la ANEMIA, con niveles de Hemoglobina menores de 9.5 g/dL antes o durante el segundo trimestre, o inferiores a 11.0 g/dL cerca del término se asocian con bajo peso al nacer, prematuridad y al aumento de la mortalidad perinatal, sobre todo cuando son inferiores a 8.5-9.5 g/dL. Además, el déficit de hierro perjudica el rendimiento cognitivo y el desarrollo físico de los recién nacidos.
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Dr Ruben Ignacio Carrillo Mendoza
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Consultorio 110