21/11/2025
"Recordar no es vivir en el pasado, es honrar lo que nos hizo ser quienes somos"
Estaba observando el H.C.M y recordé los años que han pasado. La disciplina castrense fue el yunque donde se forjo mi carácter, y el rigor académico el taller donde se afinaron las herramientas que me permitieron servir con dignidad y entrega. En aquellos días de formación, las madrugadas de guardia, el viento frío calando los huesos y el peso del fusil sobre el hombro se fundieron con las largas horas de estudio, con los libros de anatomía y fisiología abiertos bajo una luz tenue y una maquina de escribir. En esa dualidad —el soldado y el enfermero— descubrí no solo una profesión, sino un propósito de vida.
31 años al servicio de esta noble institución dejaron huellas que no se borran: el llamado al deber, el orgullo de portar el uniforme, el compromiso de responder siempre con honor. Cada recuerdo, cada paso dado en aquellos pasillos, cada gesto de entrega, es un recordatorio permanente de que servir a la patria no es un simple acto, sino un privilegio que se lleva en el alma.
Hoy, al mirar hacia atrás, mi gratitud se vuelve más profunda. Agradezco a la institución que me formó con firmeza y humanidad; que me enseñó que la fortaleza no está solo en la disciplina, sino también en la compasión hacia quien sufre; que me enseñó a ver en cada paciente un motivo para dar lo mejor de mí. Aquí se forjó no solo el enfermero militar, sino el hombre de valores, de principios y de amor por México.
A este hogar profesional, a esta escuela de vida, recordar la gran parte de lo que soy. Por eso expreso, con respeto y solemnidad, mi eterno agradecimiento. Gracias por ser la cuna de mi servicio, el sostén de mi vocación y el pilar sobre el cual edifiqué mi vida y mi carrera. Servir fue un honor; recordarlo, un privilegio que atesoro y llevaré conmigo para siempre.