23/07/2025
En 1885, una fotografía capturó un momento histórico: tres mujeres, Anandibai Joshi de la India, Keiko Okami de Japón y Sabat Islambouli de Siria, posaban juntas, serenas pero decididas. Lo que no se ve en la imagen es la extraordinaria historia detrás de ese instante: cada una de ellas estaba a punto de convertirse en la primera médica licenciada de su país.
En una época en que las mujeres enfrentaban numerosos obstáculos para acceder a la educación y la profesión médica, estas tres mujeres cruzaron mares para desafiar el destino y seguir sus sueños. Estudiaban en el Woman’s Medical College of Pennsylvania (WMCP), la primera escuela de medicina para mujeres en el mundo, fundada en 1850 por cuáqueros que creían en la igualdad de género.
Este pequeño colegio en Germantown se convirtió en un refugio para mujeres que no podían estudiar en sus países de origen. No solo acogió a Joshi, Okami e Islambouli, sino también a otras mujeres pioneras como Susan La Flesche, la primera médica nativa americana, y Eliza Grier, una mujer afroamericana nacida esclava que llegó a ejercer la medicina.
Lo que une a estas mujeres no es solo una foto, sino una herencia: la de haber abierto puertas que estaban cerradas a cal y canto. Aunque sus nombres no figuran en todos los libros, sus huellas están en cada hospital donde una mujer ejerce con orgullo la medicina. Su legado es un recordatorio de la importancia de la perseverancia y la determinación en la lucha por la igualdad y la justicia.