22/04/2022
Toda mi vida viví con TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad) y no fue hasta que tuve a mis hijos que lo confirme. Cuando el mayor empezó a presentar síntomas desde chiquito las sospechas aumentaban. Fue entonces que decidí meterme de lleno a estudiar y hasta el día de hoy lo sigo haciendo. Pero quiero contarles un poco como fue mi infancia con el TDAH y lo hago con el único fin que puedan ponerse un poquito en los zapatos de sus hijos:
Siempre supe que había algo raro en mí y pensaba constantemente: ¿porque si dicen que soy inteligente me cuesta más que a mis amigas? “¿Porque si me estoy esforzando me dicen, esfuérzate más o “ves que cuando quieres puedes”.” Pase mi infancia entre psicólogos, profesores particulares, mis tardes enteras haciendo tareas o poniéndome al día lo que no trabaje en clase.
Escuchaba decir constantemente tienes que concentrarte, deja de ser distraída… Cuando tu te esfuerzas, lo logras… pero en el fondo era triste no entender porque a pesar de mis esfuerzos no lograba conseguir Calificaciones arriba del 7, salvo algunos casos…
Hoy entiendo que si estaba poniendo de mi, pero que dadas mis circunstancias, no era suficiente porque internamente eso no dependía mucho de mí.
Entonces me compre la idea de no ser una niña muy talentosa, ni muy inteligente y eso empezó a mellar en mi autoestima, años más tarde empezaría a darme por vencida de mi misma.
Y aunque mis papás, me apoyaban en todo, con las clases particulares, la paciencia extra y mi mamá quedándose horas a mi lado, y poniendo todo de su parte, lamentablemente no había mucha información en esa época del tema.
No fue hasta universidad ya cuando estaba un poco más grande que comenze a estudiar sobre el tema, a darme cuenta de mis caracteristicas y sobre todo a ver las mil y un cosas por la que habia pasado como "adolescente rebelde", logre terminar mis estudios universitarios, con muchos obstaculos obviamente mios, mi falta de confianza, de autoestima y sobre todo la neurodivergencia, y me probé a mi misma que puedo lograr muchas cosas, que de tonta nada, que tenia que encontrar las herramientas adecuadas para poder estudiar, o entender algun tema, sobre todo que no perdiera el interes.
Hoy viendo en retrospectiva, veo a esa niña y a mis padres con mucha compasión.
No los juzgo y jamás lo haré, hicieron lo que pudieron con las herramientas que en esa época habían y estoy orgullosa de lo que hicieron por mi.
A un niño con TDAH le cuesta, le cuesta más que al resto, porque lo están intentando, no es que decidan no prestar atención por cuenta propio, es algo inevitable. Sin atención, no hay aprendizaje ni retención. Lo más básico, sin ella te cuesta aprender, retener, hacer amigos y termina por afectar distintos ámbitos de tu vida.
Hoy me toca un largo camino por delante, a nuestro ritmo, lento pero seguro, volviendo a vivir todo esto, ya no desde el escenario sino como espectador viendo a mis hijos crecer con el TDAH. Siempre presente, dispuesta a ayudar en caso olviden una línea, a quedarme ahí cuando me necesiten y a la vez dirigirlos cuando se necesita, continuaré motivandolos pero sobre todo a ovacionarlos de pie sin dejar de aplaudir cuando logren todo lo que quieran lograr sin que el TDAH se vuelva un obstáculo, sino por el contrario, que aprendan a vivir con ello.
