22/11/2025
Josie, una hembra de 17 años que perdió la vista hace aproximadamente cinco años y que, contra los pronósticos iniciales, continúa adaptándose al entorno gracias al comportamiento inusual —y extraordinario— de su manada más cercana: sus dos hijas adultas.
Según los registros del Parque Nacional Addo (Sudáfrica), Josie comenzó a mostrar signos de deterioro visual a una edad avanzada para una leona en libertad. Con el tiempo, la ceguera se volvió total. Lo habitual en estos casos es que un animal con semejante limitación termine aislado o tenga dificultades para alimentarse, pero en esta ocasión ocurrió algo distinto. Las hijas de Josie asumieron un rol activo para mantenerla con vida.
Guardaparques relatan que es común verlas caminar en formación alrededor de su madre, guiándola durante los desplazamientos y alertándola ante cualquier sonido extraño. También participan juntas en las cacerías: mientras las jóvenes localizan y persiguen a las presas, Josie permanece cerca y recibe parte del alimento. De acuerdo con los especialistas, esta conducta no es frecuente entre leones salvajes, que suelen priorizar la eficiencia en la caza y la energía del grupo.
“La cooperación que muestran es notable”, explicó uno de los cuidadores del parque. “Las hijas no solo la acompañan, sino que parecen anticipar sus movimientos. Cuando hay visitantes, se mantienen especialmente atentas para evitar que su madre se desoriente”.
La edad de Josie es, además, un factor llamativo. Superar los 15 años en libertad ya se considera inusual para una leona, y hacerlo en condiciones de discapacidad visual suma un nivel de dificultad que muy pocas logran superar.
Josie continúa desplazándose por la reserva con pasos lentos pero firmes, rodeada por las dos leonas que se han convertido en su guía permanente. Su historia, ahora compartida por visitantes y fotógrafos, refleja una realidad poco documentada en la vida silvestre: cuando la supervivencia se vuelve más difícil, el vínculo entre individuos puede marcar la diferencia.
