15/01/2025
Soy Ingeniero Industrial y de Sistemas de formación, cursé mi carrera a finales de los años 90 y principios de los 2000s. En aquellos días, muchos de mis maestros recomendaban leer el libro La Meta de Eliyahu M. Goldratt, una obra que marcó tendencia al explicar los principios de gestión de procesos productivos. Lo leí en ese momento y encontré su enfoque profundamente alineado con los retos de aquella época.
Hace casi dos años, mientras me preparaba para obtener la certificación CPP de ASIS Internacional, nuestro instructor, J. Rubén Fajardo, a quien cariñosamente llamamos "Sen-Sei", recomendó nuevamente este libro. Esta vez, lo sugería como una herramienta clave para entender el lenguaje de los negocios y la administración de recursos, tópicos centrales en la certificación.
Debo admitir que en ese momento no lo releí por falta de tiempo. Sin embargo, recientemente decidí retomarlo, esta vez enfocándome en cómo los conceptos del libro pueden aplicarse a la gestión de la seguridad corporativa. A continuación, comparto las cinco principales conclusiones que he obtenido:
• Definir la meta principal
El libro destaca la importancia de comprender la meta de cualquier organización. En seguridad corporativa, esta meta puede ser garantizar la protección de los activos y las personas, asegurando la continuidad operativa. Una meta bien definida facilita la priorización de recursos y esfuerzos.
• Atender las restricciones
La Meta introduce la Teoría de las Restricciones, que busca identificar los cuellos de botella en un sistema. En seguridad, esto se traduce en detectar las áreas más vulnerables de una organización (por ejemplo, accesos físicos o cibernéticos) y enfocarse en fortalecer esos puntos para mejorar el rendimiento global.
• Medir lo que realmente importa
Goldratt resalta la importancia de evaluar las acciones en función de cómo contribuyen a la meta principal. En seguridad corporativa, esto significa priorizar métricas relevantes, como la reducción de incidentes, el tiempo de respuesta ante emergencias o la efectividad de protocolos, en lugar de depender únicamente de indicadores genéricos.
• Fomentar el trabajo en equipo
La resolución de problemas en el libro ocurre a través de la colaboración interdisciplinaria. En el ámbito de seguridad, esto implica integrar áreas como TI, recursos humanos y operaciones para crear estrategias más robustas y alineadas hacia objetivos comunes.
• Adoptar un ciclo de mejora continua
El libro enfatiza la necesidad de iterar constantemente: identificar problemas, implementar soluciones, evaluar resultados y repetir el proceso. En seguridad corporativa, esto significa actualizar protocolos, realizar simulacros y adaptarse a nuevas amenazas de manera proactiva.
Estas enseñanzas de La Meta son un recordatorio poderoso de cómo conceptos clásicos pueden adaptarse a contextos actuales, como la seguridad corporativa. Te invito a reflexionar sobre cómo estos principios pueden ayudarte a optimizar estrategias en tu campo profesional.
¿Qué otras aplicaciones de La Meta has identificado en tu industria? Me encantaría conocer tu perspectiva.