10/09/2025
Como hombres nos enseñaron que llorar es signo de debilidad y que no expresar el dolor y la tristeza, es la forma de dar soporte a nuestros seres queridos.
Como hombres podemos seguir afirmando que llorando no resolvemos nada, pero con el pleno conocimiento de que no lloramos para resolver cosas, si no que al igual que cualquier ser humano, lloramos para autorregularnos, para restablecer el equilibrio y encarar aquello que está lastimando nuestra existencia, para poder abrazarlo y trabajarlo hasta que la vida vuela a ser algo que deseemos vivir.
Como hombre, creo que debemos de soltar la creencia de que no expresar nuestro dolor, reafirma nuestra virilidad, y en su lugar aprender a ser congruentes, a darnos la oportunidad de que la vulnerabilidad nos lleve al camino de la reconstrucción.
Es un conocimiento ancestral, que el ser humano llega más lejos con una tribu que solo, y la expresión de las emociones nos permiten saber con exactitud qué es lo que debemos atender, y nos permite tener la congruencia y la validación de nuestro sentir, y al no temer expresar nuestro dolor, puede hacer cambiar para bien el rumbo de nuestra historía, por que de ahí nace la posibilidad de pedir ayuda.
Al pedir ayuda, además de valentía, mostramos sabiduría y entendimiento de que no somos omnipotentes, y pidiendo ayuda no solo aligeramos nuestra carga, sino que damos la oportunidad de un enriquecimiento mutuo y en comunidad, que nos dará la fortaleza de poder estar para otros, en un distinto momento.
Los hombres también necesitamos ser escuchados, pide ayuda, no te rindas no estás solo, siempre hay esperanza.
✍🏻 Psicólogo y tanatólogo Sergio Saucedo B.
Centro Pleniser.
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