12/06/2025
Con frecuencia el deseo de “ganar” una discusión puede ocultar miedo o falta de autoestima.
Es fácil caer en la trampa de las discusiones donde lo más importante no es el entendimiento, sino el “tener razón”.
Lo hacemos sin darnos cuenta: elevamos el tono, buscamos el argumento más fuerte, decimos cosas que hieren, interrumpimos, no escuchamos.
Lo que está en juego no parece ser el tema en discusión, sino algo más profundo: nuestra identidad, nuestro valor, nuestra seguridad.
Pero… ¿por qué necesitamos tanto tener razón?
Muchas veces puede ser por orgullo. El orgullo busca imponerse, demostrar superioridad, salir “ganando” aunque eso implique que el otro pierda.
Pero en otras ocasiones, detrás de esa necesidad de tener razón hay algo más frágil: el miedo a sentirnos rechazados, poco valiosos, o menospreciados.
La inseguridad suele esconderse detrás de actitudes defensivas o autoritarias. Discutimos para protegernos.
Nos aferramos a nuestro punto de vista porque sentir que nos hemos equivocado puede activar heridas más profundas: el temor a no ser escuchados, a no ser tenidos en cuenta, a que el otro tenga razón y eso nos deje expuestos.
Sin embargo, cuando una conversación se convierte en una competencia, ambos pierden. Porque aunque uno “gane” la discusión, el vínculo se resiente.
Nadie quiere sentirse corregido con soberbia o vencido con desprecio. Las relaciones saludables se construyen más con preguntas que con afirmaciones, más con escucha que con conclusiones categóricas.
Aprender a soltar la necesidad de tener razón no significa resignarse ni callar lo que pensamos.
Significa elegir el amor por encima del ego. Significa preguntarnos:
¿Estoy hablando para comprender o para imponer?
¿Realmente es tan grave que el otro piense distinto?
¿Estoy dispuesto a ceder si descubro que estoy equivocado?
La humildad no es debilidad, es sabiduría emocional y espiritual. Ganar una discusión no siempre es ganar.
A veces, el verdadero triunfo es proteger el vínculo, y no ceder ante el orgullo ni el temor.
"Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría." Proverbios 11:2
Página: psicólogo y cristiano