
15/07/2025
🕯️ CUANDO EL EGO SE VISTE DE CONCIENCIA 🕯️
El ego no muere. Solo aprende a hablar bonito.
Muchos caminan hacia el misterio con sinceridad, tocando dimensiones internas y explorando medicinas sagradas que abren la puerta a lo invisible. Y sí, el velo se corre. El alma se expande. El ego se retira… por un instante.
Pero luego vuelve. Silencioso. Astuto. Se pone túnica blanca,
incluso de colores.
Habla de amor incondicional. Repite frases sin conocer su verdadero significado.
Sonríe con sabiduría prestada. Y desde ahí, se posiciona como “el que ya despertó”.
El ego no es el problema.
El verdadero problema es olvidarnos de que seguimos siendo humanos:
con heridas, con aciertos y errores,
con sombras que no desaparecen por una ceremonia… ni por mil.
No se trata de eliminar al ego, sino de contratarlo:
de integrarlo con conciencia, sin permitirle gobernar el discurso ni juzgar desde una supuesta “superioridad espiritual” no asumida.
Porque cuando castigas, juzgas o acusas, el ego habla.
Cuando, de manera inconsciente, compites por quién ha sanado más, el ego calcula.
Y cuando haces del perdón un trofeo que le niegas al otro, el ego toma el micrófono… y opaca al alma.
Incluso deja de escuchar, porque solo quiere ser escuchado.
Ni tu ex pareja, ni tu pareja actual —si la tienes—,
ni tus padres, ni tus hijos.
Nadie debe cargar con la culpa que tú mismo(a) no te has perdonado.
La vida, en su infinita inteligencia, no necesita jueces, mucho menos vengadores.
Ella misma busca el equilibrio.
Y si hoy no lo ves, la conciencia lo traerá… con tiempo, con sutileza o con fuerza, con enseñanzas que incluso pueden ser dolorosas.
🌿 La verdadera espiritualidad no se mide por cuántas ceremonias hiciste.
Tampoco por cuánto meditas o por estar en constante oración.
Mucho menos por cuántas dimensiones contactaste,
si aún no has conectado con la dimensión profunda de tu propia realidad.
Se mide en cómo sostienes tu humanidad cuando no sabes qué hacer con el dolor,
con la rabia y la frustración.
En cómo escuchas sin interrumpir.
En cómo te miras sin disfrazar la herida de luz.
En la empatía y la sinceridad real del amor y la compasión que dices profesar.
La sombra no es enemiga. Es un jardín sin luz.
Y el verdadero maestro no es quien alumbra más fuerte,
sino quien riega ese jardín sin juzgarlo,
sin huir de él,
sin hacer de su herida un altar.
💫 La conciencia no siempre viene envuelta en visiones.
A veces llega en la noche callada,
cuando decides no atacar, sino abrazar;
no señalar, sino comprender;
no justificarte, sino pedir perdón.
Ahí empieza el verdadero viaje.
Y nadie puede hacerlo por ti.
Esa es tu responsabilidad.
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