27/07/2025
https://www.facebook.com/share/p/1F4jjcqSDc/
¿Por qué no son los papás?
“Es por culpa de mis papás”, “me apegué mal”, “no me abrazaron”, “traigo heridas de la infancia”…
Y claro, si nos quedamos ahí, ya estuvo: nos declaramos víctimas del pasado y dejamos de observar el presente.
No negamos que las experiencias tempranas tienen peso. El aprendizaje ocurre desde que nacemos y hay conductas actuales que fueron modeladas hace años. Pero decir que todo lo que haces hoy es “por tu infancia” es tan reduccionista como decir que una planta crece por la semilla y no por la tierra, el agua, la luz, la poda y el entorno actual.
¿Qué observamos en psicología conductual?
La pregunta central no es: “¿De dónde viene esto?”
Sino: “¿Qué función cumple esta conducta ahora?”
Por ejemplo:
“Siempre me apego a gente que no me quiere”.
¿Estás intentando evitar el vacío? ¿Buscando validación inmediata? ¿Repitiendo una conducta que antes funcionó para recibir atención?
“No sé poner límites, me da culpa”.
¿Esa culpa se reforzó socialmente? ¿Qué consecuencias tiene hoy decir “sí” cuando querías decir “no”? ¿A quién estás complaciendo ahora?
“Me autoexijo porque así me criaron”.
¿O porque en tu entorno actual ser eficiente evita críticas, te da control o te ayuda a evitar emociones incómodas como el fracaso?
Lo que interesa no es tanto de dónde viene la conducta, sino por qué sigue ocurriendo y qué consecuencias actuales la mantienen.
Desde ACT:
ACT no busca eliminar el pasado, sino soltar la fusión con él. Que hayas aprendido algo doloroso en la infancia no significa que hoy debas vivir en función de eso. Puedes notar esos recuerdos, agradecer que ayudaron a sobrevivir, y aún así elegir actuar con libertad en función de tus valores, no de tus heridas.
No se trata de negar el dolor del pasado. Se trata de dejar de hacer de ese dolor una excusa para vivir con piloto automático.
Desde DBT:
DBT diría: “No es tu culpa que tengas estas emociones o estas habilidades mal aprendidas. Pero sí es tu responsabilidad desarrollar otras nuevas si quieres vivir distinto.”
Responsabilizarte no es culparte, es recuperar agencia: puedes cambiar aunque tu historia no haya sido ideal.
Ejemplos de la vida real.
Rafael evita el compromiso porque su papá abandonó a la familia.
¿Y hoy? Cada vez que evita vincularse, experimenta alivio inmediato. Se refuerza la evitación. No es el padre, es el alivio.
Sofía no expresa enojo porque su mamá le gritaba cuando lo hacía.
¿Y hoy? Cuando reprime el enojo, recibe aprobación en su entorno. Sigue sin enojarse, no por la madre, sino por el refuerzo actual.
Luis procrastina porque sus papás lo presionaban mucho.
¿Y hoy? Procrastinar le permite evitar el juicio interno y la ansiedad. Sigue haciéndolo, no por sus papás, sino porque le “sirve” a corto plazo.
Entonces ¿Por qué no son (solo) los papás?
Porque la conducta humana es más compleja que un archivo de trauma infantil.
Porque el presente importa. Porque el contexto moldea.
Y porque mientras le sigas echando la culpa a tu infancia, te vas a perder el poder que tienes hoy para construir algo distinto.
No todo son los papás. A veces es el refuerzo negativo. O la evitación. O el miedo. O la falta de repertorio.
Pero sobre todo, es la historia que eliges contar y desde dónde eliges actuar.