
21/05/2025
Ser psicóloga es un privilegio, una vocación que nos permite acompañar a las personas en sus momentos más vulnerables y ser testigos de su crecimiento y fortaleza. Es un honor caminar junto a ellos mientras enfrentan sus miedos, sanan sus heridas y descubren su verdadero potencial.
Cada día, en la consulta, somos partícipes de historias únicas, de luchas internas y de triunfos personales. Somos confidentes, aliados y guías en un viaje de introspección y transformación. La gratitud que inunda mi corazón proviene de la oportunidad de presenciar estos procesos, de ser un instrumento para el bienestar y la plenitud de quienes buscan nuestra ayuda y depositan su confianza en el proceso.
A través de la escucha atenta, la empatía y la expertez del acompañar, las psicólogas contribuimos a la construcción de una sociedad más sana, resiliente y compasiva. Ayudamos a las personas a desarrollar habilidades para afrontar las adversidades, fortalecer sus relaciones y vivir una vida más plena y significativa.
Ser psicóloga no solo es una profesión, es una forma de vida. Es entregarse a la comprensión del alma humana, a la búsqueda del bienestar individual y colectivo. Es una labor que exige compromiso, entrega y una pasión inquebrantable por el potencial que reside en cada persona.
En este día, quiero expresar mi más profunda gratitud a todas mis colegas psicólogas, por su dedicación, por su ética y por su compromiso en la co-construcción del bienestar. Gracias por ser faros de esperanza en un mundo que a veces puede parecer oscuro, por creer en el potencial de cada persona y por ser instrumentos de transformación en la vida de quienes los necesitan.
¡Gracias por tanto!