Dr. Orlando Palma Hematólogo

Dr. Orlando Palma Hematólogo Diagnostico y tratamiento especializado en las enfermedades del campo de la hematología con el empl

🩸 Carta abierta al colega que trató la anemia sin saber por qué era anemiaQuerido colega:Fuiste tú quien, hace año y med...
07/08/2025

🩸 Carta abierta al colega que trató la anemia sin saber por qué era anemia

Querido colega:

Fuiste tú quien, hace año y medio, vio a esa paciente con hemoglobina en 9. “Tómese estas pastillas de hierro”, le dijiste. No preguntaste si menstruaba, si sangraba, si comía bien, si había antecedentes. No viste la ferritina, no pediste nada más. Solo hierro.

Meses después bajaron las plaquetas. Las dejó en 90,000. ¿Y tu solución? Le recetaste ácido fólico. Porque aquí en Yucatán —no me digas que no lo has oído mil veces— “el ácido fólico sube las plaquetas”. Como si fuera dogma. Como si ese mito regional tuviera más peso que la fisiología, que la hematopoyesis, que la razón.

Pero la paciente no mejoró. Perdió peso. Empezó a sentir dolor de espalda. Cada vez más cansancio. Volvieron a subirle el hierro, el ácido fólico. Siguió yendo a donde tú, y luego con otros colegas que hicieron lo mismo. Nadie le explicó por qué tenía anemia. Nadie le dijo que tener plaquetas bajas no era normal. Que algo más profundo estaba pasando.

Llegó a mi consultorio un año después. La hemoglobina ya estaba en 7. Las plaquetas en 60. La creatinina, en 3.8. Hipercalcemia severa. Fracturas vertebrales por enfermedad ósea. Cuerpos extraños en cráneo. Una médula infiltrada. Un diagnóstico tardío de mieloma múltiple.

Y lo peor: ya no fue candidata a trasplante. La función renal era irrecuperable. Acabó en hemodiálisis. Todo por meses de “hierro y ácido fólico”.

Te lo digo de frente: no es solo un error de prescripción. Es una traición al acto médico. Es darle la espalda a todo lo que juramos. Porque lo que hiciste no fue medicina, fue adivinar. Fue jugar a silenciar síntomas como si el cuerpo no supiera por qué se queja.

Y no, el ácido fólico no sube las plaquetas. Deja de decirlo. Deja de recetarlo como si fuera paracetamol. Y si no lo sabes, no lo digas. Investiga. Pregunta. O mejor aún: refiere a tiempo. Porque ese año de retraso le costó a una mujer su calidad de vida. Le costó opciones. Le costó futuro.

Esta carta no es para exhibirte. Es para advertirle a otros colegas, y también a pacientes. Que si algo sale mal en sus estudios y su médico no les puede explicar por qué, busquen una segunda opinión. Que el hierro no es una solución mágica. Que el cuerpo no se queja por capricho.

📍 Si tienes anemia, plaquetas bajas, alteraciones en tus análisis y nadie te da una explicación clara, no aceptes un parche. No aceptes una receta sin diagnóstico.
📍 Si no te dicen de dónde viene el problema, exige respuestas. Tu salud lo vale.

🎯 En medicina, tratar sin diagnosticar no es curar. Es retrasar el daño hasta que ya no haya vuelta atrás.
📞 En mi consulta, no doy respuestas fáciles. Pero sí las correctas.

— Dr. Orlando Palma

🔎 ¿De verdad fue el estrés… o solo no te investigaron lo suficiente? 🤔Una de las frases más comunes —y más preocupantes—...
05/08/2025

🔎 ¿De verdad fue el estrés… o solo no te investigaron lo suficiente? 🤔

Una de las frases más comunes —y más preocupantes— que escucho en el ámbito médico es “eso es por estrés”. La escucho de colegas, de médicos generales, de especialistas y hasta de pacientes que han sido convencidos de que todo lo que les ocurre es emocional. Que si las ronchas 🤯, que si el insomnio 🛌, que si la fatiga 😮‍💨, la colitis 💩, el vértigo 🌀, la caída de cabello 💇‍♂️ o los cambios en la piel 🧬, todo se resume con esa frase que parece tener un poder mágico para cerrar expedientes: “es por estrés”. Pero la realidad médica es mucho más compleja. El estrés, sí, tiene un impacto fisiológico real: afecta el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal 🧠, modula el sistema inmunológico 🛡️, altera el sueño 💤, modifica la percepción del dolor ⚡, puede aumentar el cortisol 🧪 y favorecer procesos inflamatorios 🔥. Pero eso no lo convierte en la causa de enfermedades estructurales, inmunológicas, hematológicas o neurológicas.

Lo que suele pasar es que el médico no encuentra una causa evidente y, en lugar de reconocer que necesita seguir buscando, culpa al estrés. Y eso, aunque se diga con buenas intenciones, puede ser profundamente dañino 😔. En muchas ocasiones, cuando se estudia a fondo al paciente, se descubren causas orgánicas ignoradas: deficiencias inmunológicas, enfermedades autoinmunes 🧬, mastocitosis, reacciones adversas a fármacos 💊, alteraciones hormonales, enfermedades del tejido conectivo, trastornos hematológicos como aplasias, síndromes linfoproliferativos o incluso mutaciones genéticas 🧬. Y nada de eso tiene su origen en el estrés, aunque pueda verse agravado por él.

Como hematólogo 🩸, estoy acostumbrado a trabajar con enfermedades que requieren un nivel de profundidad diagnóstica altísimo. A veces, para explicar una anemia o una citopenia, hay que llegar a estudios moleculares 🧬, a paneles de mutaciones genéticas 🧫, a biopsias de médula ósea 🦴, a técnicas de inmunofenotipo o a secuenciaciones completas. Y muchas veces no tenemos todas las respuestas al inicio. Por eso, una de las enseñanzas más valiosas que me ha dado la medicina es que la incertidumbre también forma parte del proceso diagnóstico, y que reconocerla no es debilidad, sino una muestra de ética y humildad clínica 🩺. Decir “no lo sé aún, pero voy a investigarlo” es mil veces más profesional que decir “es por estrés” sin una sola prueba objetiva que lo respalde.

El diagnóstico es —y siempre será— el camino más seguro hacia una buena atención y una terapia adecuada ✅. Por eso todo paciente tiene derecho a saber su diagnóstico 🔍. No un “puede ser”, no un “yo creo”, no una etiqueta emocional sin estudios. Un diagnóstico real, bien sustentado, que dé claridad sobre qué está pasando y por qué. Y si no lo hay aún, también es su derecho saber que se está buscando. La medicina no puede seguir operando desde la comodidad de las etiquetas vagas que normalizan el sufrimiento de la gente ⚠️.

Así que si alguna vez te han dicho que algo te salió “por estrés”, y tú sientes que tu cuerpo está hablando con fuerza 💬, con síntomas repetitivos, visibles, medibles o cada vez más intensos, exige ser escuchado con seriedad. Exige estudios 🧪. Exige claridad. Exige tu diagnóstico. Porque el cuerpo no miente. Lo que duele, sangra, pica, inflama, se cae o se altera, siempre tiene una causa. El verdadero problema no es que estés estresado. El problema es que no te han investigado lo suficiente 🚫.

🩺 La medicina de calidad no se basa en cerrar casos con explicaciones cómodas, sino en abrir caminos hasta encontrar la verdad. Y eso, aunque tome tiempo, es lo único que garantiza una atención realmente humana, científica y ética 👨‍⚕️📚.

Se logró un ahorro histórico de 50 mil millones de pesos en la compra de medicamentos", anuncian con orgullo. Y claro, s...
31/07/2025

Se logró un ahorro histórico de 50 mil millones de pesos en la compra de medicamentos", anuncian con orgullo. Y claro, suena bien. Cualquier ciudadano pensaría: “Qué bueno, ahora habrá más medicinas, más disponibilidad, más tratamientos.” Pero quienes estamos del lado clínico —en contacto diario con pacientes, con hospitales, con farmacias institucionales vacías— sabemos que no siempre que se ahorra en salud se gana en salud. A veces, se ahorra en papel y se pierde en vidas.

Ojalá ese ahorro realmente signifique eficiencia. Ojalá se haya negociado mejor, se haya eliminado la corrupción de raíz y ahora los medicamentos lleguen más rápido y a más personas. Pero la realidad que seguimos viendo muchos médicos en el país es otra: sigue habiendo desabasto. Siguen llegando pacientes con tratamientos interrumpidos, diagnósticos diferidos por falta de estudios, y sí, desenlaces que duelen porque eran evitables.

Un ejemplo claro es el estudio MYLACRE, hecho en América Latina, que mostró que los pacientes con mieloma múltiple en sistemas públicos tienen menor sobrevida que los que se atienden en sistemas privados. Y la diferencia no es genética. Es de acceso. Es de disponibilidad. Es de tiempos. Es de no tener el medicamento cuando más se necesita. El mismo cáncer, en dos escenarios distintos, tiene destinos distintos.

Además, entre 2019 y 2023, el gasto público en salud en México cayó proporcionalmente, de representar cerca del 3% del PIB en 2018 a menos del 2.7% en 2022, lejos del promedio recomendado por la OCDE. En ese mismo periodo, el Coneval reportó un aumento de más de 50 millones de personas sin acceso efectivo a servicios de salud. Y todo esto ocurre mientras se celebran “ahorros históricos”.

Entonces claro, uno quiere creer que esto es por el bien de los pacientes. Que esos 50 mil millones no se tradujeron en menos medicinas, sino en compras más limpias y mejor organizadas. Pero mientras la evidencia apunte a desabasto, a falta de tratamientos nuevos, a niños con cáncer sin quimio o a adultos sin acceso a terapias dirigidas o inmunológicas ya establecidas, entonces cuesta aplaudir el ahorro sin hacer preguntas.

Porque en salud, un ahorro mal planeado no es un logro. Es una omisión que puede costar caro.

Ojalá me equivoque. Ojalá esos 50 mil millones hoy estén salvando vidas. Porque si no... ¿de qué sirvió?

🧬 CAPÍTULO 4Qué necesita una terapia celular para ser legítima: la verdad que nadie en una clínica estética quiere expli...
29/07/2025

🧬 CAPÍTULO 4
Qué necesita una terapia celular para ser legítima: la verdad que nadie en una clínica estética quiere explicarte

Llegados a este punto, ya sabemos que las células madre no son magia líquida 🧪, que su obtención es compleja y que su uso clínico está estrictamente regulado. Pero para entender por qué casi todo lo que se vende como “terapia celular” fuera del ámbito hospitalario es una distorsión peligrosa (y muchas veces, sin base real), necesitamos preguntarnos con rigor: ¿qué condiciones mínimas debe cumplir una verdadera terapia con células madre para ser científicamente válida, médicamente ética y clínicamente segura? No se trata de opiniones personales, ni de intuiciones o buenas intenciones. Se trata de estándares. De criterios técnicos que la medicina ha construido durante décadas para proteger a los pacientes y evitar que se conviertan en experimentos sin control.

🔍 1. Trazabilidad
Una terapia celular debe tener trazabilidad completa, es decir, poder rastrear con exactitud de dónde provienen las células, cómo fueron obtenidas, en qué condiciones se transportaron y procesaron, y cuál fue su lote específico. Esto incluye: nombre del donador (si es alogénico), fecha de recolección, método de aislamiento, laboratorio de procesamiento, número de lote, cadena de frío usada, condiciones de almacenamiento, fecha de expiración y responsable técnico. Todo documentado. Si ocurre una complicación grave (como fiebre, infección, inflamación o una reacción inmunológica), lo primero que se necesita es saber qué se aplicó exactamente. Si eso no se puede demostrar, entonces no estamos hablando de medicina: estamos hablando de un producto biológico sin identidad —y eso, en contexto clínico, es inaceptable.

🧼 2. Procesamiento en condiciones GMP
Las células destinadas a un paciente no pueden ser manipuladas en cualquier laboratorio “limpio”. Deben ser procesadas en un entorno que cumpla con Buenas Prácticas de Manufactura (GMP). Eso implica:

Salas blancas con flujo laminar y presión positiva 🧯

Filtros HEPA para evitar partículas

Monitoreo constante de temperatura, humedad y contaminación microbiana

Personal entrenado en biotecnología celular

Procesos validados

Documentación completa y auditable

Procesar células fuera de un entorno GMP es como preparar una transfusión en la cocina de tu casa. Y no exagero. Las células son entes vivos y sensibles: requieren condiciones exactas de pH, gases, nutrientes, temperatura y tiempo ⏳. Si algo se sale de rango, la célula puede morir, activarse de forma incorrecta o simplemente perder su capacidad funcional.

❄️ 3. Conservación celular: cadena de frío y condiciones específicas
Muchas clínicas presumen que sus “células madre” están almacenadas a –4°C o –8°C, como si eso fuera garantía de calidad. Pero eso no corresponde con las temperaturas reales de conservación celular. Las células madre viables se conservan típicamente en nitrógeno líquido o en ultracongeladores a –150°C a –196°C, y eso en suspensión criopreservada, con crioprotectores como DMSO (dimetilsulfóxido), en condiciones totalmente controladas. No es lo mismo una nevera de consultorio a un tanque de nitrógeno líquido.

Y si las células son frescas (no criopreservadas), entonces deben usarse en pocas horas, manteniendo temperatura constante, idealmente a 4°C en solución estéril, protegidas de luz y sin agitación. No pueden quedarse de un día para otro ni viajar sin monitoreo. Por eso resulta difícil creer que una clínica estética, sin infraestructura especializada, esté en condiciones de conservar células viables para aplicación intravenosa sin poner en riesgo al paciente.

🧪 4. Viabilidad celular comprobada
Una célula mu**ta no cura nada. Puede sonar obvio, pero es un detalle que muchas veces se omite. Para que una terapia celular sea efectiva, las células deben estar vivas, metabólicamente activas, jóvenes (no senescentes) y funcionales. Esto se comprueba con pruebas de viabilidad usando colorantes vitales como azul tripano, 7-AAD o anexina V, que diferencian células vivas, apoptóticas o necrosadas. Idealmente, esto se hace justo antes de la infusión, mediante citometría de flujo o microscopía. Si una clínica no puede demostrar esto, está aplicando un producto cuya actividad terapéutica es, literalmente, un volado.

📊 5. Caracterización celular
No basta con decir que se aplican “células madre”. Hay que probar científicamente qué tipo celular se tiene, en qué proporción, y con qué potencial funcional. Las células madre hematopoyéticas, por ejemplo, expresan CD34+ y se caracterizan además por su capacidad clonogénica. Las mesenquimales deben expresar CD73, CD90 y CD105, ser negativas para CD45 y CD34, y demostrar diferenciación hacia linajes específicos como adipocitos, condrocitos u osteoblastos. Esto se verifica por citometría de flujo, ensayos de cultivo y tinciones histoquímicas. Si esto no está hecho, lo que se tiene no es una célula madre funcional, sino una sopa de células con viabilidad incierta.

🧬 6. Compatibilidad inmunológica: lo que nadie menciona
Si las células no provienen del propio paciente (es decir, si son alogénicas), entonces deben haberse realizado estudios de tipificación HLA (clase I y II), además de búsqueda de anticuerpos anti-HLA preformados. ¿Por qué? Porque el sistema inmune no es tonto. Cuando recibe células de otro ser humano, puede reaccionar: desde un rechazo leve hasta una reacción inflamatoria sistémica severa, o incluso una enfermedad injerto contra huésped (EICH), donde las células del donador atacan los tejidos del receptor.

Esto es aún más crítico si las células se aplican por vía intravenosa, ya que entran directamente en contacto con todo el sistema inmunológico. Y aunque algunas clínicas digan que “no hay problema porque son mesenquimales”, eso no las vuelve invisibles. Las células mesenquimales sí expresan HLA clase I, y si están contaminadas con linfocitos T del donador, pueden inducir EICH. No basta con que sean “inmunomoduladoras”; deben estar purificadas, tipificadas, estudiadas y bien conservadas.

¿Y qué pasaría si, por locura, alguien infundiera células animales o de otra especie en un humano? 🐄🐖🐭
El sistema inmune respondería con una reacción hiperaguda, tipo anafilaxia o shock inmunológico. Porque esos antígenos son completamente ajenos. Por eso ningún sistema médico serio se atrevería a usar células sin saber su compatibilidad. Lo mismo aplica para las humanas: no son intercambiables sin inmunosupresión.

📋 7. Aval ético, regulatorio y clínico
Toda terapia celular, antes de aplicarse, debe contar con:

Aval de comité de ética e investigación

Protocolo clínico aprobado

Registro ante autoridad sanitaria (FDA, EMA, COFEPRIS)

Ensayos clínicos en fases I a III

Publicaciones científicas revisadas por pares

Consentimiento informado real

Si todo esto no existe, no es medicina: es un experimento sin regulación, y no debería cobrarse como tratamiento. Y mucho menos ofrecerse como si fuera seguro o probado. Las leyes existen por una razón: proteger al paciente.

📈 8. Seguimiento estructurado
Una terapia celular no termina cuando se aplica. Requiere:

Consultas de seguimiento

Pruebas de laboratorio

Monitoreo de eventos adversos

Farmacovigilancia activa

Registro clínico

Si después de que te aplican células solo te dicen “nos avisas si te sientes mal”, lo que están haciendo no es medicina. Es una irresponsabilidad.

En resumen:
Las verdaderas terapias celulares tienen estándares, controles, laboratorios, científicos, estudios clínicos y evidencia. No se venden en clínicas de estética. No se conservan en congeladores de consultorio. No se aplican sin saber su origen ni compatibilidad. Y no se ofrecen como cosmético mágico para rejuvenecer.

La ciencia celular es fascinante, pero también compleja. Y como todo en medicina, debe hacerse con conocimiento, ética y responsabilidad. Todo lo demás —por bonito que suene en un folleto— es pseudociencia embotellada.

🧬 CAPÍTULO 3 — ¿Para qué sí sirven las células madre? Lo que es terapia… y lo que es solo teatro.A estas alturas ya hemo...
26/07/2025

🧬 CAPÍTULO 3 — ¿Para qué sí sirven las células madre? Lo que es terapia… y lo que es solo teatro.

A estas alturas ya hemos hablado de qué es una célula madre, y de cómo se obtienen en medicina real, con todo el rigor técnico y biológico que eso implica. Pero si no tenemos claro para qué se usan realmente, es muy fácil caer en el error de pensar que cualquiera puede aplicarlas para “mejorar tu energía” ⚡ o “rejuvenecer tu piel” ✨.
Y no, no es así. Las células madre no son un suplemento 💊. No son colágeno líquido 🧴. Y tampoco son una terapia suave de spa 🧖‍♀️.
Son, en medicina de verdad, una herramienta crítica que usamos únicamente cuando nos enfrentamos a enfermedades graves, que amenazan la vida 🧬, y para las cuales ya no hay muchas opciones disponibles.

Lo primero que hay que decir es que el único uso rutinario y aprobado de células madre en la medicina clínica actual es en el contexto de los trasplantes hematopoyéticos, es decir, el reemplazo total o parcial de la médula ósea de un paciente 🩸. Esto lo hacemos en personas con leucemias, linfomas resistentes, síndromes mielodisplásicos, mieloma múltiple, anemia aplásica severa, o en niños con inmunodeficiencias congénitas, errores innatos del metabolismo, o algunas talasemias y hemoglobinopatías.
No es algo que hagamos a la ligera ⚠️, y mucho menos por estética. Lo hacemos cuando el cuerpo ya no puede producir sangre sana por sí solo, o cuando hay células malignas que deben eliminarse a toda costa.

Para lograr esto, usamos células madre hematopoyéticas, que recolectamos previamente, y que después de un acondicionamiento intenso con quimioterapia o radioterapia 💣, se infunden en el paciente. Pero no son como una inyección de vitaminas 💉. Son células vivas, que entran a un cuerpo sin sistema inmunológico funcional, y que deben encontrar su camino, anidar en la médula ósea 🦴, y empezar a producir sangre desde cero.
El paciente, durante todo ese proceso, está neutropénico, sin defensas 🛡️, con riesgo altísimo de infecciones graves 🤒, hemorragias, enfermedad injerto contra huésped, y múltiples efectos secundarios del tratamiento. Requiere hospitalización, aislamiento, vigilancia continua, cultivos, soporte transfusional, profilaxis antibiótica, y un equipo completo de hematólogos, infectólogos, enfermería entrenada, farmacia especializada y muchas veces cuidados intensivos. Es una cuerda floja constante entre el beneficio y el daño ⚖️.

Y aun cuando todo sale bien, el seguimiento es de meses o incluso años. Evaluamos los niveles de injerto, revisamos el quimerismo por PCR 🧪, ajustamos inmunosupresores, tratamos las reactivaciones virales, manejamos las citopenias y tratamos con protocolos complejos cualquier signo de complicación.
Ningún paciente que haya pasado por un trasplante hematopoyético lo haría otra vez si no fuera absolutamente necesario. Porque no se trata de “sentirse mejor”.
Se trata de intentar sobrevivir 🛏️.

Hoy también existen nuevas terapias celulares, como los famosos linfocitos CAR-T, que han revolucionado el tratamiento de algunos linfomas y leucemias en recaída. En este caso, extraemos linfocitos T del paciente 🧬, los modificamos genéticamente para que reconozcan un marcador específico en las células tumorales, los expandimos en laboratorio 🧫, y semanas después se los reinfundimos.
La respuesta puede ser impresionante, sí.
Pero también conlleva un riesgo altísimo de complicaciones graves, como el síndrome de liberación de citocinas (CRS) o la neurotoxicidad asociada a CAR-T, que pueden poner en peligro la vida 💥 y que deben manejarse en hospitales de tercer nivel con protocolos específicos.
Estas terapias pueden costar millones de pesos 💸 y son altamente reguladas.
No se aplican en clínicas privadas. No se improvisan.

También se está investigando el uso de células madre en algunas enfermedades autoinmunes, lesiones medulares 🧠, complicaciones pulmonares, o incluso daño cardíaco ❤️.
Pero todos esos usos están en fase experimental 🧪.
Son estudios en curso, con criterios estrictos, controles éticos, firmas de consentimiento de varias páginas, comités de bioética, monitoreo independiente, y en entornos académicos y hospitalarios.
Nada de eso se parece a una clínica estética con sillones blancos y música relajante 🎶.

Y es aquí donde entra la parte más dura de decir. Porque lo más grave, en todo esto, no es la ignorancia de quienes promueven estas terapias sin saber lo que hacen.
Lo más grave es la irresponsabilidad con la que algunos profesionales —y sí, digo profesionales porque muchos tienen cédula— se apropian del lenguaje de la medicina avanzada para vender productos sin eficacia, sin regulación, y sin conocimiento real de los riesgos que conllevan ⚠️.
Usan palabras como “terapia regenerativa”, “biocélulas”, “terapia celular avanzada”, sin entender que en el mundo clínico esas mismas terapias que ellos banalizan requieren semanas de hospitalización 🏥, miles de dólares 💰, y un equipo médico completo 👨‍⚕️👩‍⚕️ que sabe que está jugando con fuego 🔥.
Porque aplicar células madre no es un símbolo de bienestar.
Es una intervención biológica que puede cambiarlo todo —para bien o para muy mal.

Cuando se aplican con criterio médico, las células madre rompen la inmunidad del paciente 🛡️, alteran su hematopoyesis 🩸, y lo dejan expuesto a infecciones, fallas de injerto, síndromes inflamatorios graves y complicaciones que pueden terminar en terapia intensiva 🆘 o incluso en la muerte ☠️.
No es cosmética. No es wellness. No es detox.
Y quienes hemos estado al lado de estos pacientes, vigilando sus cultivos, tratando sus neumonías, controlando sus sangrados 🩸, contando plaquetas y neutrófilos, ajustando ciclosporina o micofenolato 💊, monitoreando lisis tumorales, sabiendo cuándo transfundir y cuándo no…
no podemos quedarnos callados cuando todo eso se trivializa para vender algo que no entienden.

Usar células madre no es una moda.
Es una decisión clínica de alto impacto, que se toma con responsabilidad, conocimiento, experiencia y respeto.
Es ciencia. Es biología aplicada con precisión.
Y todo lo demás —todo lo que te venden en clínicas de estética como “suero de células madre”, “terapia revitalizante”, “inyectables de cordón umbilical”—
es mercadotecnia con bata blanca 🧻🥼.
Un teatro sofisticado. Un juego peligroso con nombres robados 🎭.

Y si alguna vez te ofrecen una “terapia celular” con promesas genéricas y sin datos concretos, recuerda esto:
en el mundo real, el uso de células madre no es sinónimo de salud.
Es el último recurso cuando la medicina convencional ya no alcanza.
Y esa diferencia lo cambia todo 🔬.

🧬 CAPÍTULO 2 — Cómo se obtienen realmente las células madre: del cuerpo al laboratorio, sin atajos ni magiaEn muchas clí...
25/07/2025

🧬 CAPÍTULO 2 — Cómo se obtienen realmente las células madre: del cuerpo al laboratorio, sin atajos ni magia

En muchas clínicas privadas te prometen que te van a aplicar “células madre” como si vinieran ya listas, casi mágicamente, en un frasquito 🧪. Te dicen que basta con descongelarlas o agitarlas un poco y que ya están listas para regenerar tu cuerpo. Pero la realidad, en medicina, es completamente otra.

Obtener células madre reales, vivas y funcionales no es nada simple. No se trata de extraerlas como si fueran jugo 🥤. Es un proceso preciso, delicado, costoso y técnico, que requiere romper con la biología natural del cuerpo, extraer algo que no quiere salir, mantenerlo vivo fuera de su entorno, y luego evaluarlo como si fuera una medicina personalizada. Nada de eso se puede hacer sin infraestructura médica especializada 🏥.

Para entenderlo mejor, hay que comenzar por las únicas células madre cuyo uso clínico está aprobado, regulado y respaldado por décadas de experiencia: las células madre hematopoyéticas, esas que producen todas las células de la sangre 🩸.

Estas células viven protegidas dentro del hueso, en un lugar que los hematólogos llamamos el nicho hematopoyético. Imagina que ahí adentro tienen todo lo que necesitan: señales químicas, contacto con otras células, proteínas estructurales. Están como en una habitación con clima, luz y comida perfecta 🌡️🍽️. No quieren salir de ahí.

El cuerpo, de hecho, se encarga activamente de mantenerlas ancladas. Esto lo hace con moléculas de anclaje, como CXCL12 o SDF-1, que funcionan como pegamento químico 🧲. Las células madre hematopoyéticas tienen un receptor llamado CXCR4, que se une a ese “pegamento” y las mantiene firmes en la médula ósea.

Así que si queremos recolectarlas —por ejemplo, para un trasplante en alguien con leucemia— tenemos que sacarlas a la fuerza, pero con ciencia. Y eso se logra usando medicamentos especiales que las hagan soltarse.

El más común se llama G-CSF, un factor estimulante de colonias 💉. Este medicamento se inyecta durante varios días, y lo que hace es empujar suavemente a las células madre fuera de su nicho. Estimula su multiplicación y empieza a romper esas uniones químicas que las mantienen dentro del hueso. Pero no siempre es suficiente. En algunos pacientes —sobre todo los que han recibido quimioterapia intensa o tienen médulas dañadas— las células madre están tan aferradas al hueso que ni siquiera el G-CSF puede sacarlas.

Ahí usamos otro medicamento más potente (y mucho más caro 💸) llamado plerixafor, que actúa bloqueando directamente el receptor CXCR4. Es como cortar el lazo de anclaje. De esta forma, logramos que las células madre se liberen y pasen a la sangre periférica, desde donde podemos recolectarlas.

Y recolectarlas también es todo un procedimiento. Se llama aféresis, y no tiene nada que ver con “extraer sangre y congelarla”. Al paciente se le conecta a una máquina que separa la sangre en tiempo real ⚙️. Es un sistema cerrado y automatizado, que usa centrifugación para separar los componentes de la sangre: glóbulos rojos, blancos, plaquetas, plasma… y las preciadas células madre CD34+. Solo esas se retienen; el resto se le regresa al paciente de forma continua 🔄.

Este procedimiento puede durar entre 3 y 5 horas ⏳ y no siempre es suficiente con una sesión. A veces hay que repetirlo varios días seguidos hasta obtener la cantidad de células necesarias. ¿Y cómo sabemos cuántas necesitamos? Pues no se calcula al tanteo. Se calcula científicamente, con base en el peso del receptor. En general, se requiere como mínimo entre 2 y 5 millones de células madre CD34+ por cada kilogramo de peso corporal. Así que si vas a hacer un trasplante a un paciente de 70 kg, necesitas recolectar al menos 140 millones de células madre viables.

¿Y qué pasa después de recolectarlas? No es que se guarden en el refrigerador y ya. Hay que analizar su viabilidad. Es decir, saber si están vivas, si pueden dividirse, si tienen integridad funcional.

Esto lo hacemos los hematólogos con herramientas específicas 🧫. Por ejemplo, usamos citometría de flujo, una tecnología que permite contar cuántas células CD34+ hay, qué marcadores expresan, y si están vivas o no. Para eso se usan tinciones vitales, como el azul tripano o el 7-AAD, que solo entran en células que ya están mu**tas o dañadas. Si la célula está viva, los tintes no la penetran. Así podemos calcular la viabilidad, que debe ser mayor al 90% para que podamos usarlas ✅.

Y aquí viene algo crucial:
ningún médico estético hace esto.
No tienen citometría de flujo, no hacen tinción vital, no pueden decirte si las células están vivas, y mucho menos si pueden dividirse o transformarse.
Así que si alguien te dice “estas células están viables”, pregúntale:
¿cómo lo sabes? ¿Lo mediste tú? ¿Dónde está el análisis?

Pero todavía falta algo más: el almacenamiento. Porque muchas veces las células no se usan de inmediato. Hay que congelarlas. Pero no es un congelador cualquiera. Se usa nitrógeno líquido a -196 °C 🧊. A esa temperatura, el agua que hay dentro de la célula puede formar cristales que destruyen su estructura. Para evitarlo, usamos un producto especial llamado DMSO (dimetilsulfóxido), que actúa como crioprotector. Pero el DMSO también es tóxico ⚠️. Puede causar náuseas, vómito, sabor metálico en la boca, bajadas o subidas de presión. Por eso, su uso exige exactitud y monitoreo médico.

Cada bolsa de células madre congeladas lleva un código, un número de lote, un historial completo, y está registrada con todos los datos del paciente. No existe el anonimato, ni el “producto genérico”. Todo está regulado, porque es medicina de verdad 🧾.

Ahora bien, si hablamos de células madre mesenquimales, el proceso es incluso más largo. Estas se pueden obtener de grasa, cordón umbilical o médula ósea, pero no basta con licuar el tejido 🥣. Hay que digerirlo con enzimas, aislar las células, cultivarlas por días o semanas en un laboratorio especializado, con temperatura controlada, atmósfera con CO₂ al 5%, medios nutritivos, esterilidad absoluta, monitoreo continuo 🧪👨‍🔬.

Y después de días de cultivo, hay que demostrar que realmente son mesenquimales. Eso implica confirmar que expresan los marcadores correctos (CD73, CD90, CD105) y que no tienen otros como CD45, CD34 o HLA-DR. También deben demostrar que pueden convertirse, en condiciones de laboratorio, en hueso, grasa y cartílago 🦴.

Y todo esto… ¿para qué?
Para poder siquiera considerar usarlas en un ensayo clínico.
Porque, a la fecha, no hay aprobaciones regulatorias para usar MSCs en estética, antienvejecimiento o “rejuvenecimiento celular”. Ni una sola agencia seria ha aprobado su uso para fines cosméticos en personas sanas 🚫. Hay estudios en marcha, sí, pero en enfermedades específicas, no en spa.

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Así que la próxima vez que te digan que te van a aplicar células madre “de cordón”, “de grasa” o “rejuvenecedoras”, pregúntate esto:

🔹 ¿Quién recolectó ese tejido?
🔹 ¿Dónde fue procesado?
🔹 ¿Quién confirmó que esas células están vivas?
🔹 ¿Con qué tecnología fueron evaluadas?
🔹 ¿Qué hacen realmente esas células en tu cuerpo?
🔹 ¿Quién garantiza que no te generarán una respuesta inmune o un daño futuro?

Si no hay respuesta clara, con evidencia, entonces no estás frente a una terapia. Estás frente a una estafa con bata.

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Porque obtener células madre no es un acto de fe, ni una moda. Es una disciplina de alta complejidad científica 🧠🔍.
Y usarlas… es una responsabilidad clínica.

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📚 En el próximo capítulo te cuento para qué sí sirven las células madre: qué enfermedades tratamos con ellas, qué funciones regenerativas están bien estudiadas, y qué usos siguen en fase experimental.

Así vas a poder distinguir entre ciencia… y promesas congeladas 🧊💉.

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