30/04/2025
LA MANZANA MALTRATADA
Hoy, en una de nuestras clases les enseñé dos manzanas a los niños (ellos no sabían que antes de clase había dejado caer una al suelo varias veces, pero no se notaba, las dos manzanas se veían igual). Hablamos sobre ellas y los niños dijeron que ambas eran rojas, de tamaño similar y que parecían apetitosas.
Agarré la manzana que había tirado al suelo previamente y le dije a los niños que no me gustaba esa manzana, que la consideraba desagradable, que tenía un color horrible y su rabito era demasiado corto. Les dije que quería que ellos sintieran el mismo disgusto por la manzana que yo y la insultaran.
Algunos niños me miraron como si estuviera loca, aun así pasamos la manzana entre el grupo para insultarla: eres una manzana apestosa, no entiendo por qué existes, seguro que estás llena de gusanos, etc. Realmente nos desquitamos con la manzana, hasta sentí pena por ella.
Luego pasamos la otra manzana entre el grupo y comenzamos a decirle cosas bonitas: eres encantadora, tu piel es preciosa, qué bonito color tienes.
Más tarde agarré las dos manzanas y se las mostré al grupo. Seguían siendo muy parecidas. Partí las manzanas por la mitad. La que había recibido piropos estaba fresca y jugosa, sin manchas. La otra tenía moratones y estaba pastosa.
Los niños entendieron lo que había pasado inmediatamente. Los golpes y manchas de la manzana maltratada simbolizaban lo que sentimos cuando alguien nos trata mal o nos dice cosas hirientes. Cuando la gente sufre bullying, sobre todo los niños, sienten un dolor que algunas veces no demuestran o prefieren no hablar de ello. Si no hubiéramos partido la manzana por la mitad, no nos habríamos enterado del daño que habíamos causado.
Hace una semana compartí con los niños una experiencia en la que había recibido comentarios hirientes. Aparentemente parecía que estaba bien, no dejé sonreír. Pero por dentro me sentía mal, sentía mucho dolor.
A diferencia de la manzana, nosotros tenemos la habilidad de prevenir esto. Podemos enseñarles a los niños que no está bien decir cosas hirientes a otros y que siempre debemos hablar de nuestros sentimientos con los demás. Debemos enseñarles a defender a otros niños y detener cualquier tipo de bullying, como una de mis estudiantes, que se negó a decirle cosas feas a la manzana.
Nuestras heridas interiores empeoran cuando nadie hace nada para detener el bullying. Debemos crear una generación de niños amables y considerados. La lengua no tiene huesos, pero es lo suficientemente fuerte para romper un corazón. Ten cuidado con las palabras.