02/07/2025
En el contexto de la violencia intrafamiliar, la mistificación es una herramienta clave de manipulación y control. Se utiliza para confundir, desestabilizar y hacer dudar a la víctima de su percepción de la realidad, dificultando que identifique el abuso y pueda tomar decisiones para protegerse.
¿Cómo se manifiesta la mistificación en la violencia intrafamiliar?
Negación del abuso: El agresor niega o minimiza la violencia (“eso nunca pasó”, “estás exagerando”) aunque haya evidencia clara.
Inversión de roles: Se hace ver a la víctima como la causante del conflicto (“me haces perder el control”, “si no me provocaras, no te gritaría”).
Distorsión de hechos: El agresor reinterpreta los eventos para que parezca que su comportamiento es justificado o “normal”.
Idealización pública: Frente a otros, el agresor puede mostrarse amable, cariñoso o ejemplar, lo que hace que la víctima dude de sí misma o que no le crean si denuncia.
Uso de los hijos: En familias con niños, el agresor puede usar a los hijos como intermediarios o para reforzar la narrativa falsa (“tu mamá está loca”, “tu papá solo se preocupa por nosotros”).
Consecuencias psicológicas:
Confusión mental y emocional
Baja autoestima
Dependencia emocional
Culpa injustificada
Dificultad para identificar límites sanos o el abuso
La mistificación puede ser tan sutil y persistente que la víctima llega a dudar de su salud mental, lo cual refuerza el ciclo de violencia. En la intervención psicológica, desenmascarar estas distorsiones es una parte fundamental del proceso de empoderamiento y recuperación.