10/05/2024
Nunca me he considerado una persona cursi a quien le encante festejar aquellos días que están forzados y comercializados como lo es el Día de las Madres.
De lo que más me puedo acordar en mi niñez sobre este festejo, es cuando estaba en la secundaria y se armaban unos bailes con vestuarios carísimos para los cuales ensayábamos meses y meses antes. Sin embargo, no recuerdo haberlos disfrutado tanto la verdad...
Para mi primer Día de las Madres, mi bebé tenía ya 8 meses. En plena ansiedad de separación, yo con muchas ideas confundidas de maternidad y de crianza, intentando aplicar técnicas inhumanas para que durmiera sin entender que la maternidad muchas veces es más fácil.
Me convertí en madre a mis 30 años, teniendo que renunciar a parte de mi profesión, entre injusticias y machismos durante la pandemia de influenza.
👉 Porque sí, la maternidad pareciera que es una decisión y te jodes.
Ahí aprendí, lloré, luché, me enojé mucho... y también conocí a mi cangura de ojos claros. Esa chiquilla de mal sueño, de llanto nocturno que nos confundía, delicada de piel, vomitona y colicuda, amorosa y sonriente, que a veces me daban ganas de guardarla un ratito para que mi vida siguiera.
Pero decidí que mi vida siguiera con ella encima de mí: de tarde en el súper, de noches con amigas, de día como compañera de consulta. Así, hace años ya de este aprendizaje continuo de lo que ha significado ser madre.
Ella me enseñó lo poco que sabía de lactancia, lo mucho que necesitamos de apoyo, lo sola que te sientes a veces. Lo mucho que puedes aprender de ti misma cuando tratas de criar, cuando tratas de no regarla, cuando haces el mayor esfuerzo por que tus propias sombras no sean las que dirijan tu crianza.
No estoy del otro lado para nada. Es más, ahora criando adolescentes, otra etapa especial, más metida que nada en tratar a diario de no aventar por la borda la crianza positiva, en tratar de ser una mamá que disfrute, que les enseñe, que los acompañe, que los ame... que ellos algún día puedan convertirse en madre y padre que sean capaces de ser justos, equitativos, amables y felices.
Y es en ese camino de ser mamá que nos acompañamos todes. ¡Así que, feliz día!