14/11/2024
LA MANERA COMO CONDUCIMOS UN VEHÍCULO REFLEJA RASGOS DE NUESTRA PERSONALIDAD.
Las vías públicas, principalmente aquellas con gran flujo vehicular, son un gran observatorio de la conducta humana. La forma en que conducimos un vehículo refleja rasgos de nuestra personalidad que mantenemos ocultos ante los demás, debido a dos factores: nos enfrentamos a situaciones INESPERADAS a las que reaccionamos de forma natural, y, nos sentimos “seguros y anónimos” desde el interior de nuestro vehículo.
A continuación, comparto una lista enunciativa más no limitativa (como decimos los abogados) de cinco conductas muy comunes que cometen los conductores en el día a día al circular por la vía pública, las cuales pueden generar situaciones incómodas entre los ciudadanos, y los rasgos de personalidad que podrían estar involucrados.
1.- LOS QUE NO USAN LAS DIRECCIONALES AL DAR LA VUELTA. No utilizar las direccionales al dar una vuelta es señal de ensimismamiento, de desconexión con el entorno. Estas personas están tan inmersas en sus pensamientos, problemas o en un estado mental de "automático", que ignoran por completo que sus acciones tienen consecuencias en la vida de los demás. También puede interpretarse como una falta de empatía hacia los demás conductores que, por cuestiones de seguridad, necesitamos anticiparnos a los movimientos de otros vehículos, sin embargo, ello les tiene sin cuidado.
2.- LOS QUE CONDUCEN LENTAMENTE POR EL CARRIL IZQUIERDO. Estas personas viven constantemente con un sentimiento de injusticia en sus vidas y tienen una gran necesidad de ejercer control. Para ellos, ceder o moverse al carril derecho puede interpretarse como un acto de sumisión ante los demás. Este comportamiento puede ser un reflejo de una mentalidad en que la persona considera que la amabilidad es signo de debilidad o pérdida de poder. Su origen podría radicar en una necesidad de mantener a raya sentimientos de inferioridad: al permanecer en el carril izquierdo a pesar de tener una fila de carros atrás, simbólicamente refuerzan su posición de poder ante el mundo.
3.- LOS QUE “AVIENTAN” EL CARRO PARA IMPEDIR QUE OTRO INGRESE AL CARRIL EN QUE CIRCULAN, CUANDO VEN QUE EL CONDUCTOR ACTIVA LA DIRECCIONAL. Su comportamiento revela una tendencia a ver la interacción con los demás como una lucha o competencia. Este tipo de conductores van por la vida con la mentalidad de “ganar o perder”, donde ceder espacio se percibe como un signo de debilidad o pérdida de control sobre su posición “ganada”. Consideran que la súbita presencia de otro vehículo enfrente de ellos es una amenaza a su capacidad de dominio o control. Son individuos muy territoriales, por lo que consideran que la vía pública es un terreno propio y competitivo más que un espacio compartido.
4.- LOS QUE ABIERTAMENTE NO RESPETAN LAS REGLAS DE TRÁNSITO. Las personas que constantemente transgreden las normas de tránsito, como pasarse el semáforo en rojo, estacionarse en lugares prohibidos, manejar a excesiva velocidad, entre otras, viven con un inflado sentido de derecho o privilegio. Creen que las reglas existen para los demás y no para ellos. Este comportamiento puede revelar una autopercepción de ser "excepcionales", por lo que piensan merecer un trato especial de parte de los demás. Por otro lado, también puede significar un bajo o nulo control de impulsos, baja tolerancia a la frustración o espera, o simplemente, ansiedad. Esta tendencia a saltarse las reglas puede estar enraizada en una forma de narcisismo, donde el respeto por los derechos de los otros queda relegado a un segundo plano frente a sus propias necesidades o deseos.
5.- LOS “EDUCADORES VIALES” O “GUARDIANES DE LA VÍA PÚBLICA”. Individuos que, ante las faltas de los demás, les insultan o dan una “lección” de cómo deben conducir. Estas personas reflejan vivir constantemente con elevado estrés o ansiedad. Son de mentalidad perfeccionista y crítica, lo que los lleva a pensar que su forma de actuar es la “correcta” y que los demás deberían cumplir con ese estándar. Seguramente son personas intolerantes con su entorno cercano y tienden a reaccionar de manera desproporcionada ante errores de otros. Se ven a sí mismos con un alto grado de perfección y suelen ser muy reactivos emocionalmente ante faltas de tránsito (que ellos también cometen) de los demás conductores, lo cual los lleva a insultar o hacer gestos agresivos de forma directa a estos. Su actitud podría ser una forma de proyectar frustración acumulada o la necesidad de liberar estrés, y la vía pública se convierte en el escenario ideal para descargar esas emociones reprimidas. En lugar de detenerse a considerar si la falta del otro conductor realmente fue grave, intencionada, afectó su seguridad o la de otros, o si vale la pena reaccionar, responden de manera automática, siguiendo un impulso que a menudo está cargado de enojo. Este comportamiento de "vigilantes de la conducta ajena" podría revelar una necesidad de señalar los errores de otros para poder mantener una autoimagen de personas "perfectas” y “ejemplares”.
Es importante resaltar que lo anterior alude a personas que cometen estas conductas de forma REITERADA, de manera que no son categorías absolutas o determinantes, ya que TODOS LOS CONDUCTORES, en algún momento, hemos incurrido en alguna de ellas debido a situaciones como una emergencia, congestionamiento vehicular, distracción, desconocimiento de las reglas de tránsito o pensar que "nada pasará" (pensamiento mágico).
Enrique Gómez Leyva
Psicólogo