02/12/2025
¿Cuántas veces te has creído historias que te duelen, solo porque tu corazón tenía hambre de sentirse visto?
Cuando cargamos con *viejas carencias afectivas*, solemos aceptar migajas, justificar lo injustificable o quedarnos donde ya no hay un lugar para nosotros.
Pausa un momento y pregúntate:
🌻 ¿Qué estoy buscando cuando me aferro a lo que no me hace bien?
🌻 ¿Qué parte de mí sigue esperando lo que nunca recibió?
🌻 ¿Qué parte de mí se quedó esperando que alguien no se fuera?
🌻 ¿Qué necesidad intento cubrir desde lugares que solo me desgastan?
Trabajar estas carencias no es un camino fácil: sanar duele, confronta, incomoda… pero también te libera.
Los beneficios emocionales de este proceso —claridad, autocuidado, vínculos más sanos, paz interna— son profundamente transformadores.
La terapia puede acompañarte a fortalecer tu mundo interno, a dejar de conformarte con afectos mínimos y a recuperar la capacidad de elegir relaciones que sí te sostienen.
Sanar es retador, pero cada paso te acerca a una versión de ti que se alimenta de amor propio, de vínculos recíprocos y de la tranquilidad de ya no abandonarte a ti mismo.