02/03/2025
Bert Hellinger, exploró en las dinámicas inconscientes que operan en nuestras relaciones familiares, especialmente con nuestros padres. El rechazo o la negación de nuestras raíces pueden, paradójicamente, fortalecer los lazos que intentamos romper.
Aunque creamos que al rechazar a nuestros padres o a ciertos aspectos de ellos estamos tomando distancia, en realidad estamos actuando desde una lealtad invisible. Esta lealtad es un mecanismo inconsciente que nos une a nuestro sistema familiar. Al decir "yo no seré como mi padre", estamos enfocando nuestra energía en él, manteniéndolo presente en nuestra mente y en nuestras acciones. Es como si, al negarlo, le diéramos un poder aún mayor sobre nosotros.
Por ejemplo, si un hombre rechaza la forma en que su padre manejaba las emociones (quizás porque lo veía como frío o distante), es posible que, sin darse cuenta, termine repitiendo ese mismo patrón en sus propias relaciones. Esto ocurre porque, al enfocarse tanto en "no ser como él", está definiendo su identidad en oposición a su padre, lo que lo mantiene atado a esa figura.
Hellinger señala que "en el rechazo, está su presencia". Esto significa que, al negar o rechazar a alguien, esa persona sigue teniendo un lugar importante en nuestra vida emocional y psicológica. El rechazo no elimina la conexión; al contrario, la intensifica. Es como si dijéramos: "No quiero ser como tú, pero te llevo conmigo en cada decisión que tomo para evitarlo".
Este fenómeno se debe a que, en el ámbito familiar, existe un orden natural que busca la inclusión de todos los miembros del sistema. Cuando excluimos o rechazamos a alguien (en este caso, a un padre), el sistema busca equilibrarse, y a menudo terminamos asumiendo roles, comportamientos o destinos que pertenecen a esa persona excluida.
Cuanto más intentamos diferenciarnos de nuestros padres, más nos parecemos a ellos. Esto ocurre porque nuestra identidad se construye, en gran medida, a partir de nuestras relaciones familiares. Al rechazar a un padre, estamos definiendo quiénes somos en función de él, lo que nos mantiene atados a su influencia.
Por ejemplo, una mujer que dice "nunca seré como mi madre, que siempre sacrificó su felicidad por los demás", puede terminar repitiendo ese mismo patrón de sacrificio en su vida, aunque lo haga de manera diferente. Tal vez no lo haga por su familia, pero sí por su trabajo, sus amigos o su pareja. El rechazo inicial no la libera del patrón, sino que lo transforma en algo aparentemente distinto, pero esencialmente similar.
Hellinger no sugería que debamos idealizar o justificar los comportamientos negativos de nuestros padres, sino que propone un camino de aceptación y reconciliación. Aceptar a nuestros padres tal como son, con sus virtudes y defectos, nos permite liberarnos de la carga de repetir sus patrones. Cuando dejamos de luchar contra ellos, podemos tomar lo que nos pertenece de manera consciente y dejar atrás lo que no nos sirve.
Al honrar a nuestros padres, reconocemos que son parte de nuestra historia y, por lo tanto, de nuestra identidad. Esto nos permite vivir con mayor autenticidad, sin estar atrapados en la dinámica del rechazo y la repetición ✨