03/07/2025
Las emociones no son entidades puramente abstractas o mentales: son experiencias que también involucran profundamente al cuerpo.
Un estudio realizado en Finlandia mostró que cada emoción está asociada a un patrón específico de activación corporal percibida. Los investigadores pidieron a cientos de participantes que señalaran, sobre una silueta humana, las zonas donde sentían un aumento o una disminución de sensaciones al experimentar distintas emociones.
El resultado fue una serie de mapas corporales detallados: los colores cálidos indican mayor activación; los colores fríos, una reducción de las percepciones físicas.
Cada emoción generó una configuración particular: la ira se concentró en el pecho y los brazos. El miedo activó la zona del torso pero dejó inertes las extremidades inferiores. La tristeza redujo la energía en todo el cuerpo, especialmente en las piernas. La felicidad mostró una activación generalizada, desde el rostro hasta las extremidades. El amor se focalizó en el pecho y el rostro. Y la depresión se manifestó como una ausencia casi total de sensaciones.
Uno de los aspectos más relevantes fue la universalidad de los resultados. Las mismas zonas corporales se activaron de forma similar en personas de diferentes culturas, lo que sugiere que la relación entre cuerpo y emociones podría tener una base fisiológica compartida, y no ser únicamente un constructo cultural.
Estas representaciones no tienen valor diagnóstico, pero hacen visible algo que a menudo pasa desapercibido: la manera en que las emociones toman forma en el cuerpo. Reconocer estas señales puede ayudar en la regulación emocional, el autoconocimiento y en contextos clínicos o educativos.
Sin embargo, el estudio presenta limitaciones. Se basa en percepciones subjetivas, sin mediciones fisiológicas directas, y los participantes imaginaban las emociones en lugar de experimentarlas en tiempo real.
Aun así, la investigación refuerza la idea de que mente y cuerpo están profundamente conectados.