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02/02/2025
20/01/2025

Acogí a mi madre en mi casa para que viviera con nosotros permanentemente. Sin ningún plan previo, llegó un día con una bolsa.
En ella había medias, zapatillas con la inscripción «La mejor abuela del mundo» (regalo de mis hijos), una bata de abrigo, una camisa y, por alguna razón, una funda de almohada. Ella misma hizo la maleta.
Desde hace tres semanas vive en mi casa una niña mayor, de unos cuatro años. Delgada, con un moño blanco en la cabeza, lleva medias de algodón que se arrugan ligeramente en los tobillos.
Camina por el pasillo, sin hacer ruido con las zapatillas. Se detiene con cuidado en los umbrales, levantando las piernas, como si superara obstáculos invisibles.
Sonríe al perro del pasillo. Oye a personas invisibles y cada día me envía nuevos mensajes. Es tímida y duerme mucho.
Muerde suavemente un trozo de chocolate (se lo dejo siempre en su habitación) y toma un sorbo de té, sujetando la taza con las dos manos, una de ellas temblorosa.
Tiene mucho miedo de perder el anillo de su mano flaca y no deja de mirarlo.
De repente me doy cuenta de lo mayor y vulnerable que es. Se deja llevar, se relaja y deja de fingir que es adulta. Me ha confiado su vida con todo detalle.
Lo más importante para ella es que yo esté en casa. Respira tan aliviada cuando vuelvo que intento no irme mucho tiempo.
Vuelvo a preparar sopa todos los días, como solía hacer para mis hijos. Vuelve a aparecer un cuenco de galletas en la mesa.
¿Qué siento? Al principio, horror. Mamá siempre ha sido independiente, durante tres años después de la muerte de papá quiso vivir sola. La comprendí: por primera vez en su vida, a los ochenta y ocho años, hacía lo que quería. Pero la vejez pasa factura.
Ahora siento compasión por este mundo frágil, amor y ternura. Comprendo el camino que estamos recorriendo juntos.
Deseo con todas mis fuerzas que ese camino sea feliz para ella: en el calor, la comodidad, con su querida hija, albóndigas caseras y chuletas. Para mamá, ya no importa nada más.
Ahora tengo una hija en casa a los ochenta y ocho años. Agradezco poder hacer feliz su vejez y darme tranquilidad, sin remordimientos.
Mamá, gracias por estar ahí. Por favor, quédate conmigo el mayor tiempo posible.

Crédito a su autor





08/08/2023
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En estos talleres te enseñare cómo puedes MOTIVAR a las persona que cuidas con Alzheimer o demencia y cuidar con TRANQUILIDAD

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La abuelita de Batman ....

08/04/2023
31/03/2023

¿ Estás mal de la cabeza ?...
Es bien fácil decirlo y a veces escucharlo con frecuencia; lo decimos descuidadamente y muchas veces sin ánimo de ofender, pero cuando lo escuchamos, reaccionamos como resortes, de manera automática, al sentirnos ofendidos por catalogarnos como enfermos mentales.
Los términos enfermedad o trastorno mental, así como otros sinónimos, se aplican a una amplia variedad de problemas, cada uno de ellos con características distintas.
En términos generales, se manifiestan como alteraciones en los procesos de:
- Razonamiento.- O sea, la facultad que permite resolver problemas, extraer conclusiones y aprender de manera consciente de los hechos, estableciendo conexiones causales y lógicas necesarias entre ellos,
- Comportamiento.- Es el conjunto de respuestas, bien por presencia o por ausencia, que presenta un ser vivo en interacción biológica con su entorno o mundo de estímulos; puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario, etc, según las circunstancias que lo afecten,
- La facultad de reconocer la realidad, que es la suma o el agregado de todo lo existente dentro de un sistema y muchas veces un consenso colectivo.
- Asimismo, el reconocimiento de las emociones o la relación con los demás, consideradas como anormales con respecto al grupo social de referencia del cual proviene la persona.
No tienen una única causa, sino que son el resultado de una compleja interacción entre factores biológicos, sociales y psicológicos; con frecuencia se puede identificar y tratar una causa orgánica subyacente.
Los trastornos mentales más comunes incluyen:
1. La depresión (que afecta a unos 300 millones de personas en el mundo),
2. El trastorno bipolar (unos 60 millones),
3. La demencia (unos 50 millones),
4. La esquizofrenia y otras psicosis (unos 23 millones) y
5. Los trastornos del desarrollo, incluido el autismo.
El estigma social y el mentalismo (o cuerdismo) son las formas de discriminación cada vez más consideradas como factores que aumentan el sufrimiento psíquico de éstas personas y el grado de discapacidad asociados a los mismos trastornos mentales.
Aunque no se conoce la causa exacta de los trastornos mentales, todo parece indicar que se trata del resultado de una compleja interacción entre diversos factores biológicos, sociales y psicológicos.
Una gran parte de trastornos psiquiátricos son secundarios a una causa orgánica, cuyo tratamiento puede ayudar a la mejoría de los síntomas o incluso a la recuperación funcional parcial o total.
En cualquier especialidad médica, desde cardiología y dermatología hasta gastroenterología y reumatología, la salud mental es una variable de importancia.
El primer paso ante un paciente con síntomas relacionados con un posible trastorno mental es realizar una completa evaluación clínica, para excluir o confirmar la presencia de una causa orgánica subyacente o asociada, debido a que existe un amplio abanico de trastornos orgánicos que cursan con síntomas psiquiátricos o que pueden simular un trastorno mental; su identificación puede llegar a resultar compleja y no siempre se realiza una adecuada evaluación del paciente.
En muchas ocasiones, los síntomas psiquiátricos se desarrollan antes de la aparición de otros síntomas o signos más característicos de la enfermedad, como ocurre en ciertos trastornos metabólicos, e incluso pueden ser las únicas manifestaciones de la enfermedad en ausencia de cualquier otro síntoma, como ocurre en algunos casos de enfermedad celíaca o de sensibilidad al gluten no celíaca, por lo que con frecuencia no se consigue un diagnóstico correcto o este se demora años.
Algunos de los trastornos que cursan frecuentemente con síntomas psiquiátricos o pueden confundirse con una enfermedad mental incluyen:
+ Trastornos endocrinos, tales como el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, la hiperprolactinemia, el síndrome premenstrual, la menopausia, la psicosis postparto, la enfermedad de Addison, el síndrome de Cushing, la encefalitis de Hashimoto, el hipopituitarismo o el hipogonadismo masculino.
+ Enfermedades sistémicas, inflamatorias e infecciosas, tales como la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten no celíaca (ambas cursan con frecuencia sin síntomas digestivos), el lupus eritematoso sistémico, el síndrome de Sjögren, la artritis reumatoide, la psoriasis, el síndrome antifosfolípidos, la enfermedad de Behçet, el PANDAS, la sarcoidosis, la mononucleosis infecciosa, la sepsis, la fiebre tifoidea, la brucelosis, la malaria, la enfermedad de Lyme o el VIH/sida.
+ Enfermedades gastrointestinales, tales como la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad de Whipple.
+ Trastornos metabólicos, tales como la hipoglucemia, la hiperglucemia o los errores congénitos del metabolismo.
+ Trastornos neurológicos, tales como la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular, la enfermedad de Huntington, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Wilson, las encefalopatías tóxicas (causada por sustancias tóxicas industriales o plaguicidas), los tumores cerebrales, los accidentes vasculares cerebrales, las enfermedades vasculares cerebrales crónicas o la hidrocefalia.
+ Enfermedades infecciosas del cerebro, tales como la meningitis, la encefalitis o la neurosífilis.
+ Fallo hepático, como la encefalopatía hepática.
+ Fallo renal, como la uremia o la retención urinaria aguda.
+ Enfermedades respiratorias, tales como el asma, el edema pulmonar, la embolia pulmonar, el trasplante de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el mal de altura, la hipoxemia o la hipercapnia.
+ Enfermedades cardíacas, tales como las arritmias cardíacas, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad de las arterias coronarias, el baipás coronario, el prolapso de la válvula mitral o el trasplante de corazón.
+ Enfermedades hematológicas, tales como la anemia, el síndrome hipereosinofílico, la trombocitopenia, la policitemia, la leucemia o la anemia de células falciformes.
+ Trastornos electrolíticos o de fluidos, tales como la deshidratación y la insolación, la hiponatremia, la hipernatremia, la hipocalcemia, la hipercalcemia o la hipomagnesemia.
+ Estados carenciales, por déficit de vitaminas B2, B6, B12 o vitamina D, ácido fólico o cinc, o el síndrome de Wernicke-Korsakoff.
+ Intoxicación por metales, tales como el plomo, el mercurio, el aluminio, el manganeso o el cobre.
Como podrás ver, antes de calificar a alguien de enfermo mental, o que incluso tú mismo tengas duda de no estar bien de la cabeza, de valorarte médicamente para no correr el riesgo de no estar atendiendo alguna enfermedad.
Estamos acudiendo a tu domicilio desde 2015 y seguimos a la orden.

27/03/2023

El Trastorno de ansiedad generalizada
Es una de las enfermedades mentales más frecuentes.
Este trastorno produce temor, preocupación y una constante sensación de estar sobrepasado.
Se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva e irreal respecto de aspectos de la vida diaria tales como las finanzas, la familia, la salud y el futuro.
Es una preocupación excesiva, difícil de controlar y que se acompaña frecuentemente de otros síntomas psicológicos y físicos.
Estas preocupaciones interfieren en el trabajo, las relaciones sociales y el bienestar físico y mental.
Además de la preocupación, el diagnostico requiere de a lo menos de tres de las siguientes alteraciones: inquietud motora, dificultad para concentrarse, trastornos del sueño, irritabilidad, tensión muscular y cansancio fácil.
Descripción.- Como su nombre lo indica, se refiere a la situación en la que el individuo experimenta una ansiedad constante y a largo plazo, sin saber su causa.
Estas personas tienen miedo de algo, pero son incapaces de explicar de qué se trata.
Debido a su ansiedad no pueden desempeñarse en forma normal.
No logran concentrarse, no pueden apartar sus temores y sus vidas empiezan a girar en torno a la ansiedad.
Esta forma de ansiedad puede, al final, producir sintomas fisiológicos.
Las personas que padecen del trastorno de ansiedad generalizada pueden comenzar a sufrir dolores de cabeza, mareos, palpitaciones cardiacas, insomnio entre otros, pero todos son síntomas inocuos.
El TAG está probablemente causado por una combinación de factores biológicos y ambientales. Los genes pueden desempeñar un papel al hacer el paciente mas propenso a la Ansiedad Generalizada.
Muchas de las personas que la padecen también experimentan otros trastornos médicos, como depresión y/o pánico, que al parecer implican cambios en los procesos químicos cerebrales, en particular anomalías en los niveles de la serotonina.
El estrés también puede contribuir en su aparición.
Podemos definir las respuestas de ansiedad como reacciones defensivas e instantáneas ante el peligro.
Estas respuestas, ante situaciones que comprometen la seguridad del sujeto, son adaptativas para la especie humana.
Significa esto que ejercen una función protectora de los seres humanos.
El ser humano durante miles de años se ha tenido que enfrentar a infinidad de peligros; cuando estos se presentaban, las respuestas más eficaces para preservar la integridad del sujeto eran dos: huir o luchar.
Los mecanismos, psicofisiológicos humanos, que preparan para la huida o la lucha (respuestas de ansiedad) han cumplido un eficaz papel a lo largo de los tiempos.
El problema es que el ser humano ya no tiene que enfrentarse con animales que corren detrás de él para convertirlo en su cena; en cambio otros muchos agentes estresantes le rodean y le acompañan a lo largo de su existencia, haciendo que el fantasma del peligro le aceche detrás de cualquier situación inofensiva.
En el caso de los trastornos de ansiedad, la respuesta de miedo funciona como un dispositivo antirrobo defectuoso, que se activa y previene de un peligro inexistente.
Precisamente el ser humano actual está abocado a abordar el fascinante problema de cómo controlar los aspectos perjudiciales de las respuestas de miedo (que se pueden manifestar psicopatológicamente en forma de trastornos fóbicos y de ansiedad) conservando, sin embargo sus beneficios protectores.
Cuadro clínico.- El síntoma principal es la preocupación que tiende a instalarse gradualmente, fluctuando en severidad.
El trastorno suele presentarse en forma crónica y recurrente.
Las preocupaciones parecen flotar de un problema a otro, como problemas familiares o de relaciones interpersonales, cuestiones de trabajo, dinero, salud y otros problemas.
Incluso siendo consciente de que sus preocupaciones o miedos son más intensos de lo necesario, una persona con trastorno de ansiedad generalizada aún tiene dificultad para controlarlos.
Los síntomas psicológicos son: preocupación crónica y exagerada, agitación, inquietud, tensión e irritabilidad, aparentemente sin causa alguna, o más intensas de lo que sería razonable en esa situación en particular.
La gente que la padece también puede tener problemas de concentración y dificultades para conciliar el sueño y permanecer dormido (siendo el primero que se afecta en cualquier trastorno) y sueño no reparador ni satisfactorio.
Con frecuencia suelen aparecer signos físicos, como temblores, dolor de cabeza, mareos, agitación, tensión y dolor muscular, ojeras, pérdida de peso, molestias abdominales, sudoración, falta de aire, taquicardias, cansancio y bostezo constante.

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