31/03/2023
¿ Estás mal de la cabeza ?...
Es bien fácil decirlo y a veces escucharlo con frecuencia; lo decimos descuidadamente y muchas veces sin ánimo de ofender, pero cuando lo escuchamos, reaccionamos como resortes, de manera automática, al sentirnos ofendidos por catalogarnos como enfermos mentales.
Los términos enfermedad o trastorno mental, así como otros sinónimos, se aplican a una amplia variedad de problemas, cada uno de ellos con características distintas.
En términos generales, se manifiestan como alteraciones en los procesos de:
- Razonamiento.- O sea, la facultad que permite resolver problemas, extraer conclusiones y aprender de manera consciente de los hechos, estableciendo conexiones causales y lógicas necesarias entre ellos,
- Comportamiento.- Es el conjunto de respuestas, bien por presencia o por ausencia, que presenta un ser vivo en interacción biológica con su entorno o mundo de estímulos; puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario, etc, según las circunstancias que lo afecten,
- La facultad de reconocer la realidad, que es la suma o el agregado de todo lo existente dentro de un sistema y muchas veces un consenso colectivo.
- Asimismo, el reconocimiento de las emociones o la relación con los demás, consideradas como anormales con respecto al grupo social de referencia del cual proviene la persona.
No tienen una única causa, sino que son el resultado de una compleja interacción entre factores biológicos, sociales y psicológicos; con frecuencia se puede identificar y tratar una causa orgánica subyacente.
Los trastornos mentales más comunes incluyen:
1. La depresión (que afecta a unos 300 millones de personas en el mundo),
2. El trastorno bipolar (unos 60 millones),
3. La demencia (unos 50 millones),
4. La esquizofrenia y otras psicosis (unos 23 millones) y
5. Los trastornos del desarrollo, incluido el autismo.
El estigma social y el mentalismo (o cuerdismo) son las formas de discriminación cada vez más consideradas como factores que aumentan el sufrimiento psíquico de éstas personas y el grado de discapacidad asociados a los mismos trastornos mentales.
Aunque no se conoce la causa exacta de los trastornos mentales, todo parece indicar que se trata del resultado de una compleja interacción entre diversos factores biológicos, sociales y psicológicos.
Una gran parte de trastornos psiquiátricos son secundarios a una causa orgánica, cuyo tratamiento puede ayudar a la mejoría de los síntomas o incluso a la recuperación funcional parcial o total.
En cualquier especialidad médica, desde cardiología y dermatología hasta gastroenterología y reumatología, la salud mental es una variable de importancia.
El primer paso ante un paciente con síntomas relacionados con un posible trastorno mental es realizar una completa evaluación clínica, para excluir o confirmar la presencia de una causa orgánica subyacente o asociada, debido a que existe un amplio abanico de trastornos orgánicos que cursan con síntomas psiquiátricos o que pueden simular un trastorno mental; su identificación puede llegar a resultar compleja y no siempre se realiza una adecuada evaluación del paciente.
En muchas ocasiones, los síntomas psiquiátricos se desarrollan antes de la aparición de otros síntomas o signos más característicos de la enfermedad, como ocurre en ciertos trastornos metabólicos, e incluso pueden ser las únicas manifestaciones de la enfermedad en ausencia de cualquier otro síntoma, como ocurre en algunos casos de enfermedad celíaca o de sensibilidad al gluten no celíaca, por lo que con frecuencia no se consigue un diagnóstico correcto o este se demora años.
Algunos de los trastornos que cursan frecuentemente con síntomas psiquiátricos o pueden confundirse con una enfermedad mental incluyen:
+ Trastornos endocrinos, tales como el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, la hiperprolactinemia, el síndrome premenstrual, la menopausia, la psicosis postparto, la enfermedad de Addison, el síndrome de Cushing, la encefalitis de Hashimoto, el hipopituitarismo o el hipogonadismo masculino.
+ Enfermedades sistémicas, inflamatorias e infecciosas, tales como la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten no celíaca (ambas cursan con frecuencia sin síntomas digestivos), el lupus eritematoso sistémico, el síndrome de Sjögren, la artritis reumatoide, la psoriasis, el síndrome antifosfolípidos, la enfermedad de Behçet, el PANDAS, la sarcoidosis, la mononucleosis infecciosa, la sepsis, la fiebre tifoidea, la brucelosis, la malaria, la enfermedad de Lyme o el VIH/sida.
+ Enfermedades gastrointestinales, tales como la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad de Whipple.
+ Trastornos metabólicos, tales como la hipoglucemia, la hiperglucemia o los errores congénitos del metabolismo.
+ Trastornos neurológicos, tales como la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular, la enfermedad de Huntington, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Wilson, las encefalopatías tóxicas (causada por sustancias tóxicas industriales o plaguicidas), los tumores cerebrales, los accidentes vasculares cerebrales, las enfermedades vasculares cerebrales crónicas o la hidrocefalia.
+ Enfermedades infecciosas del cerebro, tales como la meningitis, la encefalitis o la neurosífilis.
+ Fallo hepático, como la encefalopatía hepática.
+ Fallo renal, como la uremia o la retención urinaria aguda.
+ Enfermedades respiratorias, tales como el asma, el edema pulmonar, la embolia pulmonar, el trasplante de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el mal de altura, la hipoxemia o la hipercapnia.
+ Enfermedades cardíacas, tales como las arritmias cardíacas, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad de las arterias coronarias, el baipás coronario, el prolapso de la válvula mitral o el trasplante de corazón.
+ Enfermedades hematológicas, tales como la anemia, el síndrome hipereosinofílico, la trombocitopenia, la policitemia, la leucemia o la anemia de células falciformes.
+ Trastornos electrolíticos o de fluidos, tales como la deshidratación y la insolación, la hiponatremia, la hipernatremia, la hipocalcemia, la hipercalcemia o la hipomagnesemia.
+ Estados carenciales, por déficit de vitaminas B2, B6, B12 o vitamina D, ácido fólico o cinc, o el síndrome de Wernicke-Korsakoff.
+ Intoxicación por metales, tales como el plomo, el mercurio, el aluminio, el manganeso o el cobre.
Como podrás ver, antes de calificar a alguien de enfermo mental, o que incluso tú mismo tengas duda de no estar bien de la cabeza, de valorarte médicamente para no correr el riesgo de no estar atendiendo alguna enfermedad.
Estamos acudiendo a tu domicilio desde 2015 y seguimos a la orden.