
15/08/2025
El corazón y los riñones trabajan en estrecha colaboración. Cuando uno falla, el otro sufre las consecuencias. Las enfermedades cardiovasculares, como la insuficiencia cardíaca, reducen el flujo sanguíneo hacia los riñones, lo que puede provocar daño renal progresivo. Por otro lado, la enfermedad renal crónica contribuye a la retención de líquidos y toxinas, aumentando la presión arterial y sobrecargando el corazón.
Es fundamental un enfoque integral: controlar la hipertensión, ajustar medicamentos y monitorear ambos órganos en pacientes de alto riesgo. La prevención y el diagnóstico temprano marcan la diferencia.