29/06/2025
Castigué su actitud y su mal comportamiento, pero no supe porque era su angustia y su mala actitud.
Cuando tu hijo grita, lanza la mochila, rompe algo o tira la puerta por frustración, la reacción instintiva puede ser enviarlo a su cuarto o castigarlo. Pero ese acto ignora una emoción profunda: la angustia que no supo cómo expresar.
Muchas veces ese grito o golpe es un mensaje: “Estoy sufriendo y no sé cómo pedir ayuda.”
Responder con silencio, puerta cerrada o castigo sin diálogo apaga la oportunidad de conectar y sanar.
El verdadero desafío de los padres consiste en reconocer la emoción detrás de la acción, no gritar ante el estallido y aplicar una consecuencia lógica. Ese es el camino que realmente deja enseñanza a tu hijo.
🧩 Ejemplo real:
Carlos, 14 años, llega a casa visiblemente furioso tras un mal examen. Al encontrarse tan frustrado, arroja su mochila y golpea la cama. Su madre, sin preguntar nada, lo empuja a su cuarto y cierra la puerta.
“No estaba enojado por el examen… estaba perdido. Tenía miedo de que me regañaran otra vez. Me dio rabia, pero también me dolió.
Y sin palabras me encerraron… nunca nadie me dice ‘te entiendo’.”
✍️ Ejercicio para padres:
1. Pon atención a la emoción: cuando algo se rompe, ¿ves sólo el objeto o también el dolor detrás?
2. Haz una pausa real: antes de alejarlo, toma un segundo para respirar.
3. Ofrece un espacio activo: en lugar de mandarlo directamente al cuarto, acompáñalo unos minutos.
4. Acércate y pregunta: ¿qué emoción—miedo, dolor, frustración—desató esta reacción?
✅ Consejo práctico – ¿Cómo evitar empujones emocionales?
1. No conviertas su emoción en puerta cerrada. En lugar de “Vete a tu cuarto”, di:
“Quiero saber por qué te sientes así. Si quieres, hablemos.”
2. Valida antes de corregir:
“Entiendo tu molestia. Me duele verte así.”
3. Reparen juntos:
“¿Qué tal si arreglamos lo que rompiste y luego buscamos apoyo para estudiar?”
❤️ Enviar a tu hijo a su cuarto puede parecer la solución más rápida… pero ese silencio, sin conexión, deja una herida abierta.
Castigar sin comprender qué lo afecta es no enseñarle nada.
Cuando comprendes que tras la explosión emocional hay angustia, miedo o frustración, tu rol deja de ser de vigilante para convertirse en un guía que acompaña. En lugar de apartarlo, lo integras. En lugar de castigar, lo escuchas.
Porque no se trata de buscar culpables. Se trata de que aprenda a gestionar sus emociones… y de que tú se lo enseñes con tu ejemplo.
Y eso… eso sí sana.
Original...