30/09/2025
Me llaman VPH. Virus del Papiloma Humano.
No soy un recién llegado; estoy en la humanidad desde antes de que existieran las palabras para nombrarme. No toso, no vuelo, no hago ruido. Me transmito en algo tan humano como el contacto íntimo. Un roce de piel, un intercambio de mucosas, un instante de confianza, y ahí estoy. Silencioso. Invisible. Persistente.
No busco sangre ni pulmones; busco epitelios. Mi escenario favorito es discreto: el cuello uterino, la v***a, la va**na, el ano, la orofaringe. No destruyo de inmediato; no provoco fiebre ni dolor. Me instalo sin levantar sospechas, como un inquilino que no paga renta pero no hace escándalo. Me integro en la maquinaria de la célula, dejo mi huella en su ADN y espero. A veces, esa célula me elimina; otras, yo la transformo. Y entonces aparecen lesiones, verrugas, cambios invisibles que pueden escalar a algo mayor.
Sé que no estoy solo. El sistema inmunológico me rastrea. Muchas veces me derrota sin que la persona lo note. Sus linfocitos T y B me vigilan; generan anticuerpos; limpian las células alteradas. La mayoría me expulsa en uno o dos años. Pero no siempre. Si encuentro un organismo cansado, un sistema inmunitario distraído, persisto. Me vuelvo crónico. Y con el tiempo, puedo abrir la puerta a algo que nadie desea: cáncer.
Me temo, sin embargo, que mis días de impunidad se acortan. Hay vacunas que entrenan defensas antes de conocerme; hay pruebas de detección que ven mis rastros en células que parecían sanas. Hay colposcopias, PCRs, tipificaciones, manos expertas que identifican las lesiones de bajo y alto grado, tratamientos que me arrancan del tejido antes de que deje cicatrices más profundas. Cada nueva campaña, cada nueva generación vacunada, es un muro más alto que debo escalar.
Yo, VPH, sigo en las sombras. Pero ahora el mundo me nombra, me estudia, me expone. Y cada vez que una mujer se hace un papanicolaou, una prueba molecular, o se vacuna, siento cómo mi margen de maniobra se reduce.
Porque aunque me presento como inevitable, no soy invencible.
Porque aunque soy un virus con siglos de historia, también soy un capítulo que puede cerrarse con ciencia, prevención y cuidado.
Yo soy VPH. Y si vuelvo a entrar, ahora sé que me esperan defensas educadas, diagnósticos tempranos, vacunas potentes.
Sin ruido, sin caricaturas.
Así, paso a paso, me van dejando… sin rostro.
Ya se hicieron su check up para detección de Vph?
Estén atentas porque les tengo una sorpresa pronto
COFEPRIS 2409042002A00047
Dra. Berenice Flores Maldonado
Céd profesional 9147439
Céd especialidad 12028062
Céd subespecialidad 13035206
Certificada por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia 11574