20/05/2025
El dióxido de carbono (CO₂), comúnmente asociado con la contaminación y el cambio climático, puede tener una segunda vida útil en lugar de ser simplemente emitido a la atmósfera. Mediante un proceso electroquímico, este gas se convierte en acetato, que es un compuesto esencialmente similar al vinagre. Esta conversión se logra utilizando electricidad para inducir una reacción química que transforma el CO₂ en una sustancia útil.
Luego, el acetato sirve como base para un proceso biotecnológico fascinante. Mediante la acción de microorganismos especializados, se lleva a cabo una fermentación para convertir el acetato en proteína. Lo más destacable de este método es que evita la necesidad de utilizar fuentes tradicionales de carbono como el azúcar o el almidón, que suelen ser fundamentales en la fermentación convencional. Al prescindir de estos ingredientes, se reducen las necesidades agrícolas destinadas a su producción, lo que libera tierras cultivables para otros usos y minimiza el impacto ambiental.