
08/07/2025
Ella sostenía todo con fuerza.
Aunque le doliera.
Aunque su corazón ya no pudiera más.
Aunque la piel gritara que eso no era amor.
Sostenía porque tenía miedo de soltar.
Porque había invertido tanto tiempo,
tantos planes, tantos “quizás”…
que dejarlo ir parecía perderlo todo.
Pero se estaba perdiendo a sí misma.
Cada vez que apretaba, se hería.
Cada vez que aguantaba, se rompía un poco más.
Y aún así, seguía allí…
creyendo que aguantar es amar.
Hasta que un día entendió:
Que el amor no debe doler así.
Que no se trata de resistir hasta desangrarse.
Que hay cosas que no se salvan sosteniendo,
sino soltando.
Y entonces lo hizo:
soltó.
No porque ya no doliera.
Sino porque ya dolía demasiado.