
10/07/2025
Ayer le tuve que decir adiós a mi gatito Pulguitas.
Quiero dedicarle este post con esta foto que fue la última que me tomé con él.
Hoy el dolor inunda mi ser porque deja un hueco enorme en mi vida.
Cuando llegó a mi vida nunca imaginé que el vínculo que formamos iba a ser así de potente, así de fuerte. No tengo duda que él fue quien nos eligió a mí y a mi familia para vivir su corta pero grandiosa vida.
En este espacio quiero compartir una de las anécdotas más recientes que tuve con él: En una de mis sesiones de terapia, de esas en donde se habla de y se siente mucho dolor, él se acercó, apareció en cámara, y me abrazó para que a la vez, lo abrazara. Lo hice, y lloré desconsoladamente abrazada de él. El me sostuvo. Él me ayudó muchas veces a regular mi ansiedad y mi dolor con su presencia y ronroneos. Él y yo compartíamos una gran sensibilidad, él me enseñó a abrazar esa parte de mí de la que alguna vez me llegué a quejar. Fue en parte por esa sensibilidad compartida que desarrollamos una conexión indescriptible.
Ahora su cuerpo ya no está, tuve que dejarlo ir porque nuestro cariño mutuo era tan grande que yo sé que él se hubiera quedado para no vernos tristes, pero yo no iba a permitir que fuera a costa de su propio sufrimiento.
Sé que se queda de otras formas, pero qué difícil es vivir las pérdidas.
Aquí compartí algunas cosas con él, al igual que con Kiara, él estuvo en muchas sesiones, sacó sonrisas y sentimientos de ternura entre mis pacientes, se apareció muchas veces en cámara en alguna que otra actividad de trabajo y esta es una forma de reconocerle y agradecerle su acompañamiento en este lado de mi vida.
¡Vuela alto Pulguitas! Siempre habrá la esperanza de reencontrarnos. Mientras tanto te quedas en mi recuerdo y en mi sentimiento.
¡Gracias por siempre!